lunes, 30 de junio de 2014

Buscando formación de doula

Se cierra un curso escolar y con ello, se entrevé el comienzo de otro... y así numerosos talleres, formaciones, másters del universo y un largo etcétera. También formaciones de doulas. Después de leer algunas manifestaciones personales en las redes sociales de otras doulas y también algún que otro comunicado, se mezclan en mí varios pensamientos y sentimientos...

Recuerdo que cuando quise formarme como doula anduve buscando cursos sin mucha orientación. Es cierto que venía de Argentina y allá la figura de la doula tanto formal como materialmente es distinto a cómo se entiende la doula en España (así como su complementariedad con las matronas). Me metí en internet y comencé a ver formaciones: sus contenidos (se parecían bastante muchas), el número de módulos de los que constaban, su precio, su localización, su duración, en dónde se impartían (algunas tienen lugar en otros centros de formación de otras disciplinas...), sus ponentes... Me hice una buena comparativa, según mi opinión, y, sin muchos criterios más allá de mis preferencias personales me lancé a pedir información a unas tres. Todas ellas me contestaron rápido, de manera afectuosa y clara. Finalmente me decanté por una que aún no había comenzado (volví de mi viaje en septiembre y en esa fecha empiezan la mayoría), que estaba muy cerca de mi domicilio de entonces y cuya encargada resultó simpática, cercana y seria. Realmente era un dinero considerable lo que costaba la formación y por eso, esperé a verlo claro. Comenzaba mi embarazo y principalmente quería esa formación para mí: en ese momento inicial lo de trabajar como doula no lo visualizaba aunque algo intuía: antes de comenzar la formación empecé a leer todo lo que caía en mis manos sobre acompañamiento en la meternidad y junto a mis nuevas necesidades incipientes como mujer embarazada y a mi experiencia en acompañar procesos personales en el ámbito de la educación... me gustaba lo que comenzaba a dibujarse en mi cabeza, siendo aún sólo un esbozo todas aquellas ideas y sensaciones nuevas que se agolpaban dentro de mí.

Resultó ser un espacio acogedor que me aportó diferentes aprendizajes muy útiles y válidos: ser acompañada por un grupo heterogéneo de mujeres en el que la palabra amable y el gesto cuidado hicieron el compartir vida y camino un profundo disfrute. Compañeras que nos encontrábamos codo con codo aprendiendo y hablando de quiénes éramos, lo que deseábamos y quiénes queríamos ser. Compartiendo nuestras luces y nuestras sombras como mujeres. Por eso, la formación fue una oportunidad de reencuentro conmigo misma de forma diferente a cómo había sido siempre ese trabajo de introspección que ya había ensayado en varias ocasiones: descubrirme como mujer en compañía de otras mujeres y mimar mi pasado con sus momentos buenos y también con sus oscuridades para proyectarme con más luz para servir en el acompañamiento a la maternidad de otras mujeres mientras yo estaba viviendo la mía propia. 


También realicé otro tipo de aprendizajes más técnicos, más centrados en el conocimiento acerca del embarazo, parto y postparto de la mano de grandes profesionales que giran en torno a la maternidad (mujeres sabias) al tiempo que iba creciendo en mí la necesidad imperiosa de informarme más y más. Seguramente una de las cosas más valiosas que recibí en la formación fue la mirada amable y empática hacia otras maternidades y paternidades: hacia las decisiones de las mujeres embarazadas y madres. Colocarme en ese lugar de empatía, paz y comprensión me ha hecho crecer como persona y como mujer y ser capaz de enfrentar mi maternidad y las experiencias que ha llevado consigo de una manera madura y tranquila.

Y es que el acompañamiento es un arte.

Un arte que en España no está reconocido como profesión: no hay unos estudios formales, oficiales, institucionalizados, homologados... de doula. Lo cual es un fastidio... además de una pena (está demostrada la utilidad de la presencia de la doula durante el trabajo de parto, por ejemplo, para evitar partos instrumentales, episiotomías, cesáreas y compañía y favorecer partos normales y vaginales aparte de lo bueno y lo saludable que es un acompañamiento emocional continuo y personal durante el mismo para la mujer...). Y al no estar reconocido como profesión ocurren cosas malas, aunque también buenas (como en toda enseñanza no reglada y fuera de las instituciones educativas). A las malas se las da mucha prensa (ojo, no digo que no haya que darla): mujeres que se hacen llamar doulas y realizan prácticas que no competen a la doula sino a la matrona, formaciones que prometen profesionalización cuando ésta es imposible porque no existe legalmente nada así para las doulas... Sí, hay mucho desamparo que deja la puerta abierta a todas estas cosas... y otras también desagradables (persecución de doulas por parte de matronas...). Está claro que hay que arrojar luz sobre la figura de la doula: darla a conocer, mostrar la importancia del acompañamiento durante la maternidad (por alguien a quien la mujer embarazada/madre quiera ser acompañada... llámese doula, prima o hermana...), la actual medicalización de los procesos de la maternidad y otros muchos aspectos que de forma implícita o explícita van de la mano de la figura de la doula. Por ello es bueno aclarar públicamente qué es una doula y para qué sirve (así cómo que no es una doula y para qué no puede servir, qué prácticas no son de su competencia, etc.). También, como se ha dado ahora el caso, hablar de qué no es bueno ofrecer en las formaciones (colectivamente hablando y para ser honestas con las mujeres a las que pretendemos formar y acompañar).

La otra cara de la moneda de este desamparo profesional es la aparente necesidad de algunas doulas de presentarse como "algo más" que doulas: numerosas terapias, técnicas... corporales, mentales, espirituales y un largo de etcétera que aparecen como complementos de la doula. Personalmente creo que está genial que cada una se forme en lo que sienta que debe formarse. Pero lo que está claro es que no por ser terapeuta en x o profesora de yoga/pilates/x o psicóloga o lo que sea en lo que me haya formado soy "más" doula. Para ser doula tengo que acompañar. Ya está. Todo lo demás me enriquece personal y profesionalmente pero una que es psicóloga y doula no puede, por ejemplo, como doula tratar una depresión postparto. Otra cosa es que trabaje como psicóloga tratando depresiones postparto. Pero una doula no puede diagnosticar o tratar una depresión postparto. Me explico, ¿verdad? Parece que ser sencillamente doula es no ser nada y necesitamos un montón de títulos que avalen nuestra persona... 

Es una lástima que las formaciones de doula no estén regladas por ley en este país, pero como dice Yolanda "crecemos y somos una realidad". Ya va siendo hora de a esta realidad se la nombre legalmente. Dar nombre a las doulas sería definirnos y así, por fin, arrancarnos del interrogante de nuestra existencia. 

Para saber qué es una doula, encontrar alguna formación maja, aquí.

lunes, 23 de junio de 2014

¿Por qué el plan de parto?

El plan de parto y de nacimiento es "un documento en el que la mujer puede expresar sus preferencias, necesidades, deseos y expectativas sobre el proceso del parto y el nacimiento" de su hijx, según el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. ¿Qué razones tenemos para hacerlo cuando estamos embarazadas?
  • Es una buena oportunidad para familiarizarse con algunos términos que -tristemente- forman parte de las rutinas médicas que se realizan a las mujeres durante el parto. Como "rotura de membranas", "amniotomía", "episiotomía", "oxitocina (sintética)"... Y también con otros conceptos que, quizás menos popularizados, son igual de importantes, como "libertad de movimiento", "piel con piel", "cuidados madre canguro"...
  • Hay mujeres que desde que sabemos que estamos embarazadas nos gusta leer sobre crianza ya pensando en lo que viene después de la gestación. Muy normal. Sentarnos a escribir el plan de parto y de nacimiento nos ayuda a colocarnos en lo que estamos viviendo ahora y nos anticipa algo que sucederá seguro: el parto y el nacimiento de nuestra criatura. Parece algo obvio pero a veces sucede que esa experiencia de transición se queda en la mujer como algo puramente anecdótico, para nada importante (pero acaso no es algo transitorio?)... 
  • Esa toma de conciencia y la comprensión de algunas cuestiones que rodean al parto nos hacen posicionarnos: el plan de parto y de nacimiento te cuestiona directamente y te pregunta qué quieres, qué te gustaría que ocurriera, cómo te imaginas el transcurso de tu parto, cómo visualizas el nacimiento de tu hijx.
  • Esas preguntas llevan implícito un supuesto: Tú decides. Es cierto que el parto y el nacimiento están envueltos en una magia, un interrogante... entre la vida y la muerte. No por hacer un plan de parto éste va a desarrollarse como tú lo esperas: tampoco por ir a tal o cual hospital, por optar por un parto domiciliario, apostar por tal o cual matrona, ser acompañada por una doula, etc. Sin embargo, el plan de parto y de nacimiento te están diciendo "Ey, hay una variabilidad considerable de intervenciones, de maneras de hacer y de estar durante tu parto y el nacimiento de tu hijx y eres tú quien eliges cómo puede transcurrir según se vaya desarrollando todo".
  • Y como en toda cuestión donde hay elección también hay libertad. El plan de parto y de nacimiento es un ejercicio de tu libertad: eres libre para decidir qué quieres. No estás obligada a parir de tal o cual manera, como parió tu hermana, tu vecina, tu madre, tu amiga... Puedes decidir qué quieres. Repito: eres libre.
  • Y como en toda cuestión donde se es libre también se es responsable. El parto es una experiencia intensa para con una misma porque toda tú te ves inmersa en ella, a todos los niveles: física, emocional y mentalmente. Durante el parto una mujer es vulnerable porque toda ella está puesta en ese trabajo, conectada y esperando a esa criatura que está por salir  por vez primera al mundo. Por eso es que es realmente importante ejercer esa libertad de decisión.
  • Es plan de parto y también de nacimiento: cuando nazca tu hijx habrá una serie de intervenciones que le realizarán o no dependiendo de lo que decidas (vacunas, pruebas de oídos, vitaminas...) al igual que si os separan o no. También tendrás que decidir qué tipo de alimentación quieres para él o ella (lactancia materna exclusiva o no... en algunos hospitales aún se da a lxs recién nacidxs sueros glucosados, por ejemplo).
  • Al fin, el plan de parto y de nacimiento es un documento útil para ejercer nuestro poder sobre nuestro propio cuerpo y el de nuestras criaturas. Para decirnos y decirles cómo queremos ser tratadas y cómo queremos que sean consideradxs nuestrxs hijxs. 
Hay tantos planes de parto y nacimiento como mujeres hay sobre la Tierra. Cada una tenemos una manera de expresarnos, de decir lo que queremos y cómo lo queremos... más directas, menos, más o menos cariñosas, utilizando más o menos términos legales... para gustos los colores que se suele decir. Aquí comparto algunos planes de parto que podemos encontrar en la red (aparte del del Ministerio que está en las primeras líneas):

Plan de parto de subversivo (de lectura altamente recomendable).
Hojas de consentimiento y plan de parto de El Parto es Nuestro 
(también muy recomendable).

Mi experiencia fue muy grata: sola con mi cuaderno y las notas de la doula que me acompañaba bajo el brazo y un bolígrafo me fui unas cuantas mañanas a desayunar a una cafetería en las que hacían unas muy buenas barritas con aceite y tomate. Disfruté como una enana redactando un plan de parto con mucho cariño y empatía hacia el equipo médico y, sobre todo, cogiendo las riendas de mi parto y del nacimiento de mi hijo :)

Lo más importante es que cada una encontremos nuestras razones para escribir nuestro plan de parto y de nacimiento. Y que estemos a gusto con lo decidido.

viernes, 20 de junio de 2014

Una primeriza en búsqueda de lectura

A raíz del artículo del EPEN de "No leas tanto" he recordado algunos momentos de mi embarazo cuanto menos curiosos. Cuando me quedé embaraza fui directamente a la FNAC a echar un vistazo a la bibliografía sobre embarazos... me encontré de repente con unas tres estanterías enormes llenas de libros sobre embarazo, parto y crianza (así todo mezclado) y yo con los ojos abiertos de par en par sin dar crédito a lo que veía. Me detuve a leer los títulos de todos esos libros. Había algunos que no me decían nada, otros que me aterrorizaban por lo ñoños y cursis que parecían y otros que no tenía claro si iban a ser de mi onda. En ese momento no tenía claro ni siquiera cuál era mi onda aunque sólo tenía un punto de partida, algo así como una raya que hacía de límite: leyera lo que leyera quería que tuviera como horizonte el respeto hacia mi cuerpo. Realmente era un buen punto de partida. Quería una lectura que me aclarara punto por punto todas (y cuando digo todas me refiero a t-o-d-a-s) las cuestiones referentes al embarazo: cambios que podía experimentar mi cuerpo y mi mente, intervenciones médicas a las que iba a enfrentar y su necesidad o innecesidad... 

Es cierto que en verdad no partía de cero. Y es que unos días antes andábamos de viaje por Argentina y con unxs amigxs en La Plata nos animamos a asistir a un campamento de formación en géneros. En él nos juntamos para el taller sobre embarazo y parto respetados (sí, ahí intuíamos que podía estar embarazada). Allí escuché por primera vez palabras como "oxitocina", "parto respetado", "parir sin dolor", etc., de mano de un grupo de parteras re majas comprometidas con los partos respetados y los derechos de las mujeres y de sus criaturas. Me fui con algún texto bajo el brazo y muchas ideas en la cabeza. Una de ellas: formarme como doula. 
El poder es nuestro
Así pues, de la FNAC salí a la media hora con dolor de cabeza y con un rumbo claro: necesitaba un primer filtro para acceder a la información necesaria. En ese momento aún no tenía una red de mujeres que hubieran pasado por un embarazo o supieran de estas cosas, tampoco a mis compañeras doulas queridas... así que me fui directa a la Librería de Mujeres. Pensé -acertadamente- que ahí encontraría lecturas que respetaran el cuerpo de las mujeres. Correcto. Después de mirar un rato los libros que tenían me decidí por El nuevo gran libro del embarazo y del parto, de la más grande aún Sheila Kitzinger (claro que no sabía por aquel entonces el pedazo libro que me estaba llevando... eso lo supe algún tiempo después). Un libraco de los buenos, gordos, con explicaciones, ilustraciones para todos los gustos (oh! hablaba del parto en casa!!)... En fin, que me marché contenta de la librería sabiendo que tenía lectura para rato. Era el primer libro de otros tantos que vendrían.

Las mujeres no somos iguales: cada una vive su embarazo a su manera. Está claro, ¿no? Es obvio que unas necesitamos leernos hasta la bibliografía del papel higiénico y otras con tener algunos apuntes claros vamos que nos matamos. Está bien. Sin embargo, hay que tener claro una cosa: el embarazo (después el parto... después el postparto) es algo que me sucede a mí en mi cuerpo. Y como tal es bueno darle la importancia que se merece y sobre todo, decidir libre y oportunamente cómo quiero vivirlo. Eso sólo puede ocurrir cuando poseo la información necesaria que me permite decidir. Elegir sin tener ni idea es... pues eso, elegir sin saber. Y quien no sabe lo que ocurre, poco margen para su libertad le queda. 

Así que mucho o poco... lee, aprende, infórmate, habla, comparte, entérate, difunde, pregunta, duda, cuestiona, decide... disfruta. Porque ese embarazo, como tu cuerpo, es tuyo.

miércoles, 18 de junio de 2014

Permiso de paternidad y permiso de lactancia. Nuestra experiencia

El pasado sábado 14 tuvo lugar en Madrid por tercer año consecutivo el Congreso sobre maternidad/paternidad Celebrando la Vida (www.celebrandolavida.es) organizado por Yolanda Caballero (www.luznatal.es) y me hizo un huequecito para hablar sobre el permiso de paternidad y el de lactancia. 
Soy madre de un bebé que en dos semanas cumplirá un año y quiero compartiros cómo ha influido en este año de estrenar maternidad y paternidad en nuestra familia, sobre todo, el permiso de lactancia que aún seguimos disfrutando. Y digo seguimos porque, aunque el que está disfrutando del derecho es mi pareja, somos los tres los que nos estamos beneficiando de él.
La transición hacia la paternidad...
El permiso de paternidad (que en la página de la seguridad social aparece nombrado como "descanso por paternidad") son actualmente 13 días a partir de la licencia por nacimiento de hijo. Desde 2010 llevan retrasando la modificación de este permiso a cuatro semanas obligatorias. Lo cual es bastante menos que los 18 meses que se llegan a conceder en Suecia, por ejemplo. Y el de lactancia es un permiso que puede disfrutar uno de los dos progenitores y se trata de una reducción de la jornada laboral de una hora hasta que la criatura cumple los 9 meses (puede haber diferentes opciones para disfrutar de este permiso, en la página de El Parto es Nuestro tenéis toda la información legal relevante a este respecto http://www.elpartoesnuestro.es/informacion/conoce-tus-derechos-area-legal/baja-maternal-excedencia-reduccion-horaria-y-otros-permisos).
Yo he tenido la suerte de poder estar sin trabajar durante el embarazo y también desde el nacimiento de nuestro hijo hace casi un año. Mi compañero trabaja para el Ayuntamiento de Madrid y pudo disfrutar de un mes entero de permiso de paternidad. Tiempo que a él le pareció escasísimo. Recuerda que, como padre primerizo, sacó unas cuantas películas y un par de libros para ese mes... Error. Devolvió todo sin si quiera tocarlo. Ese mes entero fue realmente importante para comenzar nuestra vida en familia. Hacernos cargo de las nuevas necesidades, empezar a adaptarnos a los nuevos ritmos... Y se pasó volando. Fue gracias a que nos fuimos a vivir a la segunda residencia de mis padres, con ellos (cosa impensable para mí hasta entonces) que pudimos respirar un poco ese mes y mucho más todo el verano. Al figurar yo como desempleada, no le concedieron el permiso de lactancia a él hasta el octavo de mes de vida de nuestro hijo, cuando un funcionario del Ayuntamiento ganó el juicio por el mismo caso. De esta manera, desde febrero, mi pareja sale dos horas antes del trabajo. Podía entrar dos horas más tarde o repartírsela entre una hora y otra hora al final. Sin embargo, lo decidimos así porque a la hora en la que él entra a trabajar nosotros dormimos. El resultado es una mañana muy buena: nos levantamos tarde, desayunamos, y cuando queremos salir a dar una vuelta él ya está en casa. 
Y es que... dos horas son un mundo.
La mujer es consciente de que es madre desde el embarazo y el nacimiento de la criatura como algo biológico materializa ese hecho. La pareja, sin embargo, necesita una transición hacia la paternidad que no viene marcada por un momento biológico: los permisos ayudan a que se materialice ese paso hacia ser padre. Fue el permiso de paternidad el que marcó verdaderamente el despegue de él como padre, haciéndose consciente cada día que pasaba (aparte de la experiencia tan intensa que fue vivir el parto acompañándome en todo momento... Esta experiencia la dejamos para otra entrada). Y sin duda, el permiso de lactancia permite hacer real la corresponsabilidad de la crianza (amén de un horario de trabajo decente). Conozco a algunas mujeres también madres de bebés menores de un año que sienten estar solas todo el día con el bebé, lo cual agota y exaspera. Afortunadamente no he sentido eso.
Un factor muy importante fue la información que fuimos tomando a lo largo de todo el embarazo. Aunque la verdad es que nos centramos mucho más en el momento del parto y del postparto en la lactancia que en la cuestión de la crianza. Es cierto que para criar se necesita a toda la tribu (os aconsejo leer el libro de Carolina del Olmo, "Dónde está mi tribu" http://www.traficantes.net/libros/donde-esta-mi-tribu). Pero cuando ésta falta es imperioso el que la pareja comparta la crianza y todo lo que la rodea. En nuestro caso también todo el funcionamiento de la casa que a veces nos sigue sobrepasando. Sin embargo, es fundamental conocer las distintas necesidades que van apareciendo y saber satisfacerlas de manera complementaria. Cada uno tiene unas funciones que, si bien flexibles, siempre son ayuda y apoyo al otro.
Que hayamos vivido el permiso de paternidad y de lactancia de esa manera ha hecho que pongamos en el centro la cuestión de los distintos cuidados que tenemos que procurarnos para vivir (y no simplemente sobrevivir) el día a día. Tanto a nivel individual como a nivel familiar. Es bonito descubrirse sostenida en la vorágine de los cuidados, un tiempo circular que se acrecienta al no salir de casa a trabajar y también es reconfortante reconocerle los cuidados y la atención dispensada.
Por último, también nos ha gustado el que institucionalmente se reconozca, si bien de manera insuficiente, que la responsabilidad de la crianza es compartida. Socialmente ese reconocimiento es incluso más importante y generalmente tiende a escasear... Por ejemplo, yo siempre me encargo de decir que la lactancia materna de nuestro hijo es un éxito gracias al sostén físico, emocional y logístico de mi pareja. Está claro que cada uno somos de una determinada manera y que ha habido y hay cuestiones que trabajamos en pareja y de forma individual, pero por supuesto, que los permisos han ayudado mucho en esta cuestión a la hora de irnos descubriendo como madre y como padre.