sábado, 12 de diciembre de 2015

5.000

Yo.
Mujer, madre, doula.


Este jueves pasado día 10 de diciembre amanecíamos con esta noticia:
http://diarioenfermero.es/las-matronas-entregan-5000-firmas-contra-la-actividad-ilegal-de-las-doulas/. 

"Un grupo de matronas encabezado por Rosabel Molina, Emilia Redondo y Gloria Boal ha depositado esta mañana 5.000 firmas contra la actividad ilegal de las llamadas “doulas” -falsas “consejeras” de las mujeres embarazadas y cuya figura no existe formalmente en nuestro país ni en la Unión Europea- en el Registro del Ministerio de Sanidad. Su objetivo es que la cartera que gestiona Alfonso Alonso tome medidas reales y eficaces para acabar con un intrusismo profesional que puede tener consecuencias muy graves, ya que, tal y como ha recordado Rosabel Molina, ”pone en riesgo la salud de  las madres y de los recién nacidos”.

Recordamos que en febrero el CGE hizo público un "informe"  http://www.informedoulas.com/ en el que supuestamente se recogía de qué manera tenía el intrusismo que cometemos las doulas por el mero hecho de existir (dado que no compartimos ni funciones ni competencias con las matronas) y también la forma en que ponemos en peligro la salud de mujeres y criaturas. Ya me refería a este des-informe en otro momento (http://lawawadoula.blogspot.com.es/2015/02/informes-patriarcado-salud-y-mujeres.html). Y algunas asociaciones de doulas, en rueda de prensa, hicieron publico un dossier informativo que podéis encontrar en el siguiente enlace https://drive.google.com/file/d/0B6VYHiMSgE1TNEFEbWduVFFSc00/view

Así las cosas, un grupo de matronas no cejan en su empeño de denunciarnos y desprestigiarnos públicamente acusándonos de intrusismo y de peligrosas incompetentes para la salud de buena parte de la población. Su objetivo es "erradicarnos". Así es. Acabar con las doulas porque, repetimos, les quitamos trabajo (competencias y funciones) y no poseemos título alguno avalado institucional y oficialmente. "Ser doula" no es una profesión reconocida por el Estado. 

Photo submitted by Rebekah of Great Expectations.Es peligroso que personas haciéndose valer de expertas por un título (título que, como todos, precisa de unos conocimientos demostrados y calificados) mientan. No es cuestión subjetiva, personal, circunscrita a mi mismidad como doula. Es que hay un número considerable de estudios publicados por revistas científicas que demuestran los beneficios de un apoyo continuado durante el trabajo de parto. Cuando estas personas afirman (difaman) que ponemos el riesgo a la mujer y al bebé están faltando a la verdad, porque el acompañamiento emocional que realiza una doula - basado en la confianza y el respeto - repercute directa y positivamente tanto en la vivencia de esa mujer de su embarazo, parto y postparto así como en la disminución de intervenciones médicas durante el parto que derivan en partos instrumentales y cesáreas. No lo digo yo: http://evidencebasedbirth.com/the-evidence-for-doulas/

No me detengo más aquí.

En España no existe la profesión de doula. Tampoco hay estudios oficiales para ser doula. Esto también sucede en algún otro campo de acción (por no decir profesión, vale). Quizás haya que transitar el camino de la regularización para lograr un reconocimiento institucional y oficial. Quizás haya que seguir acompañando a mujeres y a sus familias e ir cosechando un reconocimiento social que nos permita seguir llamándonos doulas. La verdad es que no tengo respuestas para esta cuestión y me temo o me gusta pensar que la o las respuestas las podremos construir en común. Son muchas las asociaciones de doulas que existen en nuestro país y ya hay una plataforma que aúna a esas asociaciones trabajando por el común sentir y hacer para unificar criterios y formas de actuación. Somos muchas las que siendo gratificadas con más o menos dinero - en bastantes ocasiones con nada - estamos por el cambio de paradigma en la maternidad. 

Yo.
Mujer, madre, doula, feminista.
Quiero elegir cómo parir.

La figura de la doula es mutante. Se adapta a cada país, a cada entorno y en cada lugar adopta contornos diferentes. Aquí en España, dadas las circunstancias en las que se atienden a las mujeres que van a ser madres y a las criaturas que nacen, de la persecución y difamación a las que nos vemos sometidas las doulas por ciertas personas, personas que a su vez niegan y enmascaran la violencia que en la que se enmarcan los procesos maternales... estoy convencida de que aquí la figura de la doula tiene que estar en el lugar que le confiere sentido a su existencia: la doula tiene que estar con, para y por las mujeres (y sus criaturas).

Que quieran erradicarnos, eliminarnos, prohibirnos me molesta porque soy doula, claro. Porque no es verdad que yo resulte peligrosa para la salud de nadie. Porque sólo hay que echar un vistazo a los códigos éticos de las distintas asociaciones de doulas para comprender que - sencillamente- acompañamos. Pero esto está ya dicho y redicho y no quiero repetirme. Pero este odio visceral carente de razones y mucho menos de evidencia científica me molesta como mujer y como madre. Más allá de experiencias concretas en mi maternidad (puesto que cada cual tiene las suyas) estoy convencida de que estos intentos difamatorios propios de cualquier tribunal degenerado de la Inquisición (y los apoyos con los que cuentan a nivel institucional de CGE, el que haya sido borrado también nuestro nombre por el Ministerio de Sanidad en la Estrategia Nacional de Atención al Parto Normal, la Defensora del Pueblo y sus pocos apoyos provenientes de la ciudadanía) se deben a una profunda ignorancia y a un arraigado machismo de la profesión médica. Machismo que nos inunda y por supuesto que está presente en todos los aspectos de nuestras vidas tanto públicas como privadas. 

Estas personas están denunciando ni más ni menos el derecho a elegir cómo parir. Están intentando eliminarlo y castigarlo penalmente.
Es algo muy grave.

Podrías pensar que es un tanto pretencioso por mi parte equiparar la existencia de las doulas con la defensa del derecho a elegir. Pero no es así. Las mujeres no tienen por qué elegir a una doula para que les acompañe. De hecho, mayoritariamente no se da el caso. Pero no tener la opción de ser acompañada - ya no durante el embarazo sino en el trabajo de parto - por quien me dé la gana significa que me están imponiendo la manera en la que tengo que parir. Y por tanto no tengo el derecho de elegir un acompañamiento según desee. Lo que desee la mujer pasa a un segundo o tercer plano. Dirán que es por su seguridad. ¿Pero qué seguridad se pone en riesgo al ofrecer sostén emocional? (de nuevo, podríamos hacer referencia a los numerosos estudios que refrendan lo beneficioso de contar con una doula al lado). Nos inculcan miedo para vendernos seguridad con el fin de acabar con nuestra libertad.

Porque la libertad no se recorta. Se disfruta toda ella o no se tiene en absoluto. 

No nos debe valer cierto grado de libertad. Sigue siendo represión. Sigue siendo elegir por nosotras. Sigue siendo aquello de "tú déjate hacer que yo sé lo que te conviene". Así de importante es que se reconozca el derecho que tenemos a elegir cómo queremos vivir nuestras maternidades, más si cabe cuando hay evidencia científica de por medio. Pero no hay que pensar que éstas representan a todo el colectivo del personal sanitario. Muchas matronas y enfermerxs se sienten avergonzados y ninguneados porque un Colegio oficial lance tales documentos de bibliografía inexistente y se tire a degüello en una persecución sedienta de... ¿reconocimiento institucional?

A doula does not leave your side and does not change shifts. Credit: Great Expectations
Todas las doulas tenemos que juntarnos e impedir que se nos denoste públicamente y que como mujeres se nos infantilice e insulte de esta manera. Tristemente parece que no van a parar. Son insaciables en su ignorancia y machismo. Por ahora las instituciones españolas - de las que no cabe esperar tampoco gran cosa desgraciadamente puesto que en la defensa de los derechos sexuales y reproductivos han retrocedido unos cuantas décadas - les bailan algo el agua.

Necesitamos unirnos. Ser claras y contundentes.
Seguir acompañando y acompañándonos.
Continuar sembrando el camino de unas maternidades sostenidas y libres.






miércoles, 13 de mayo de 2015

Aunque sólo fuese una

La violencia obstétrica existe.
La violencia obstétrica es violencia de género.


Aquí puedes leer algunas entradas muy interesantes sobre violencia obstétrica en la web de EPEN. Aquí una declaración de la Organización Mundial de la Salud denunciando el maltrato en la atención al parto (violencia obstétrica). Aquí una nota sobre violencia obstétrica de Violeta Osorio, quien forma parte de Las Casildas (si no las conoces te animo a que lo hagas porque escriben y hacen cosas muy interesantes en Argentina). Si tecleas en Google "violencia obstétrica" podrás encontrar muchas más lecturas acerca del tema (definición según la Wikipedia, acciones por el 25 de noviembre, estado de la cuestión en diferentes países...). Y si hablas con mujeres madres de tu entorno, tristemente con probabilidad alguna la haya sufrido en algún momento de su maternidad. Te dejo a continuación el vídeo de Malena Pichot sobre la violencia obstétrica para que veas de una manera amena y entretenida en qué consiste y no sepas si reír, llorar, gritar o querer matar a alguien (o todas estas cosas a la vez):


Llegadas a este punto creo que podemos convenir en que la violencia obstétrica existe y que además es violencia de género (se realiza sistemáticamente contra las mujeres y nuestros cuerpos, en detrimento de nuestro derecho a decir sobre los mismos y sobre los de nuestrxs hijxs, producto de un sistema patriarcal en el que la medicina se torna herramienta de control y sometimiento y no al servicio de las mujeres, de nuestra salud corporal y mental ni de la de nuestrxs hijxs).

No quiero escribir un ensayo acerca de la violencia obstétrica. Como ya apunté, hay muy buenas cabezas  y manos que han escrito y lo siguen haciendo para divulgar qué está sucediendo en los paritorios. Ya se ha escrito acerca del origen de esta violencia y su sentido.

Sólo quiero escribir recordando que existe. Porque en este país en el que me encuentro, España, se publicó hace unos meses un informe desde un colegio oficial de profesionales sanitarios en el que se ridiculizaba la violencia obstétrica. Porque hay quienes, en este país, escriben en las redes sociales que no existe tal violencia. Porque todavía hay quien dice que eso de sentirse violentada/violada es un sentimiento irracional de la mujer a la que hay que explicar que el profesional que la atendió no quería hacerle daño.

Vemos la altura moral y profesional de quienes gobiernan aquí y no extraña que a la cabeza de órganos institucionales estén también personas que quieran desentenderse de las consecuencias de sus acciones y de las políticas que implementan. 

Es triste pero en estos meses se ha demostrado que hay con quien no se puede hablar, hay quien no quiere entender y hay quien es incapaz de mostrar empatía por el sufimiento y el dolor ajeno. Ante ello se cierran en banda en un ejercicio de corporativismo terrorífico. Evidentemente no muestran esta actitud todxs lxs profesionales de la salud. Sin embargo, sí lo hacen cabezas visibles de estos colectivos y alrededor suyo hay mucho silencio. Tanto lxs que callan como lxs que hablan satirizando la violencia obstétrica son culpables de perpetuar el miedo y el terror. 

Parece que no pasa nada. Que en los partos hay dolor y hay muerte y ellxs son lxs que salvan vidas y hacen los partos. Que es algo normal tener secuelas físicas después de un parto. Pero sabemos que no y no es porque no nos guste, sino porque además la evidencia científica lo demuestra una y otra vez: que las intervenciones médicas innecesarias y el no respeto a un proceso que es fisiológicamente seguro hacen de los partos algo inseguro y peligroso.

Y en este país parece que hay que recordarlo y citar estudios una y otra vez, y a matronas y obstetras de otros países para afirmar que existe la violencia obstétrica y que es violencia de género. Es una vergüenza que pasen cosas como ésta y que no sean noticia de portada de periódico de tirada nacional. Porque negar que existe la violencia obstétrica es como negar que la violencia de género no existe en este país, como negar el racismo institucional o la homofobia. Como negar que existió el holocausto nazi, los vuelos de la muerte en Argentina, el genocidio en Guatemala, el fascismo en España. Como negar que estamos en 2015...Parece que como es algo que nos sucede a las mujeres se pueden hacer chistes, minimizar, hacer broma de ello... que no pasa nada. Es muy grave.

Son muchas las mujeres que han sufrido y sufren maltrato durante el parto. Y las secuelas están en sus cuerpos y también en las de sus criaturas. Pero aunque sólo fuese una la mujer violentada-violada en su parto, aunque sólo hubiese una mujer en este país que la hubiera sufrido, habría de ser denunciada y perseguida la violencia obstétrica en este país hasta ser erradicada. Y de esta manera a lxs profesionalxs de salud que la perpetúan por acción o por omisión.

Nos sumamos a esta carta.

martes, 24 de marzo de 2015

Semana Mundial de la Doula

Del 22 al 28 de marzo se celebrar mundialmente la semana de la doula (más info aquí). En este momento en el que en este país desde algunos sectores se nos persigue y juzga, seguimos recordando que la figura de la doula sirve a las mujeres en sus decisiones libres de su ser madres. 
Porque maternidades hay muchas, opciones también las hay. Y la doula las respeta y las acoge y su acompañamiento se distingue por confiar en la mujer con la que está, en sus criterios, en su cuerpo, en sus deseos. No atemorizamos, no perpetuamos el miedo... Informamos. No damos opinión, ni consejo... Informamos. 
Porque cada una de nosotras somos las que tomamos las decisiones en nuestras maternidades. Porque cada una somos la protagonista de nuestra vida, por supuesto, también también de nuestra vida sexual.

Feliz semana a todas las doulas compañeras!


miércoles, 18 de febrero de 2015

Informes: patriarcado, salud y mujeres.




A raíz del "Informe Doulas", documento realizado por el Consejo General de Enfermeros en España (www.informadoulas.com) están apareciendo muchos testimonios, pareceres, críticas, anhelos y esperanzas de personas y colectivos en medios de comunicación y redes sociales. La palabra "doula" parece que sale a la luz, aunque tristemente no de la mejor manera (esto es, acompañada de argumentos y no de meros prejuicios). En cualquier caso, no quiero hacer una reflexión acerca de la figura de la doula y de la de la matrona (hay por aquí en el blog algún que otro post en el que hago mención a lo que hacemos o dejamos de hacer las doulas en nuestro acompañamiento).

Es un documento que habla de relaciones: de cómo las mujeres se relacionan entre ellas, de cómo se relacionan con el sistema de salud y lxs profesionales que en él trabajan, de cómo se relacionan las mujeres con sus cuerpos y sus procesos de maternidad. Y siendo un documento institucional, pero no debido a ello, trata esas relaciones como relaciones de poder. Relaciones y poder. Además, en su intento de criticar algo, muestra cómo legitima ciertas relaciones de poder. Por si alguien lo dudaba, quienes salen perdiendo en estas relaciones son las mujeres. 

Informe Doulas

Quiero escribir sobre cómo este informe pone de manifiesto, de nuevo, que nos atraviesa el patriarcado. Una definición de patriarcado es por ejemplo ésta: "puede definirse como un sistema de relaciones sociales sexo–politicas basadas en diferentes instituciones públicas y privadas y en la solidaridad interclases e intragénero instaurado por los varones, quienes como grupo social y en forma individual y colectiva, oprimen a las mujeres también en forma individual y colectiva y se apropian de su fuerza productiva y reproductiva, de sus cuerpos y sus productos, ya sea con medios pacíficos o mediante el uso de la violencia"

Puede que haya quien, leyendo esta definición y teniendo en mente la cuesitón que tratamos (doulas, matronas...) se eche las manos a la cabeza y piense que estoy exagerando (ay, estas feministas que siempre acaban hablando de lo mismo!). Os animo a leer el informe, así como el dossier de prensa y por supuesto, los vídeos que están colgados en su web. 

Podría hacer referencia a la historia de la obstretricia y ginecología (violencia tras violencia con las mujeres y sus cuerpos, experimentación... así como exclusión sistemática de las mujeres en el cuidado de sus comadres y demonización de sus conocimientos, caza de brujas... podéis ver algo en: http://bibliotecalibre.org/bitstream/001/299/4/978-84-96453-51-7.pdf http://lavozdelmuro.net/conoce-la-terrorifica-historia-de-los-padres-de-la-ginecologia-los-medicos-de-la-muerte/# hasta pleno siglo XX en España https://www.diagonalperiodico.net/cuerpo/25253-la-utilizacion-mujeres-experimentacion-medica.html). Sólo apuntar que la maternidad es un proceso altamente medicalizado actualmente y esto significa muchas cosas, entre ellas, que el embarazo, parto y postparto están atravesados hoy día por protocolos y prácticas médicas que incluyen relaciones con el sistema de sanidad, con el personal sanitario... Y que esté medicalizado quiere decir que el protagonismo a lo largo de ese proceso de devenir madre lo tiene, generalmente, no la madre sino todos esos elementos externos que securizan y controlan la maternidad para que no suceda nada negativo (para que todas las posibles patologías y desviaciones de un embarazo, parto y postparto normal no tengan lugar). 

Voy a señalar una obviedad (que parece a veces necesaria cuando se entra a debatir estas cosas): gracias al desarrollo médico, científico y tecnológico mueren menos personas. Y en lo que a maternidades se refiere, también. Es decir, que aquí no estoy denostando la existencia de una atención perinatal sanitaria ni nada por el estilo. Sencillamente, estoy diciendo que la maternidad está medicalizada (no soy la primera ni la última persona que lo hará). 

Por ello, las relaciones que las mujeres a lo largo de nuestras maternidades tendemos hacia el sistema de sanidad y hacia el persona que nos atiende suele ser de dominación. Esto significa que hay una cesión de decisiones, de responsabilidad y también de libertad en pos del control y la supervisión, con el fin de que "todo vaya bien". No soy yo quien ha de juzgar la necesidad y el efecto de los distintos controles y pruebas médicas durante el embarazo, eso se lo dejo a cada mujer. La cuestión es que lo que me diga la matrona en una visita, o la ginecóloga en la revisión, o la ecografista en la ecografía de turno importa y mucho. Porque son quienes nos dicen lo que tenemos que hacer para que "todo vaya bien", cuánto debemos comer, cuánto debemos pesar, qué pruebas tenemos que dejarnos realizar para observar el correcto devenir de nuestrxs hijxs, cuánto tenemos que movernos o estar en reposo, cómo debemos parir (cuándo tenemos que empujar...). Repito, no soy yo quien sancione moralmente esto, se lo dejo a cada mujer.

En la maternidad, como en culaquier otro momento de nuestra vida, parece ser que es el médico quien sabe. Y justamente este supuesto en el imaginario colectivo como pacientes es el que reclama el CGE en el informe. Es lo que constituye la dominación. 

No se trata de querer que no existan las matronas. Se trata de no querer que exista este sometimiento en el que consiste la medicalización de la maternidad. Se trata de ser libre de realizarme las pruebas que considere oportunas sin reducir el embarazo a ese control, ni material ni emocionalmente.  

No puede ser que el discurso acerca de la maternidad sea uno que genere mujeres que viven sus maternidades con miedo, con terror. Quizás lo más descarado, lo más expresivo sea que el informe no dé importancia a la violencia obstétrica que llena los hospitales y paritorios de este país. Un discurso que inmoviliza y así garantiza el orden de las cosas que ha sido hasta ahora: señala como atentado a la salud pública la información y recomendaciones que podemos hacer las doulas y sin embargo banaliza la violencia obstétrica (que va más allá de lo que sucede durante el parto y el nacimiento). 

Las cuestiones de la figura de la doula, su posible profesionalización, la unión de las doulas asociadas y no asociadas en España, etc., son importantes. Seguramente esto sirva de acicate para comenzar nuevos caminos aún no transitados aquí.

Sin embargo, creo que la publicación del documento del CGE pone de manifiesto que la atención sanitaria durante la maternidad adolece de paternalismo. Infantiliza a las mujeres al dar por hecho que somos incapaces de tomar decisiones sobre nuestros cuerpos sin encomendarnos a quien tiene la formación adecuada. Explicita que el acompañamiento emocional lo debe hacer un profesional especializado en psiquiatría también incluyendo este acompañamiento dentro del ámbito de la enfermedad, de la patología. Según este informe, que las doulas existan (aparte del oportunismo económico, por supuesto) se debe a la ignorancia supina colectiva de las mujeres que se dejan engañar. 

No voy a hablar aquí de todas esas competencias que señala el documento que supuestamente nos adjudicamos las doulas y que son legalmente de las matronas (en algún otro post del blog está ya mi opinión de cómo se pueden complementar ambas figuras, tal y como ya lo hacen en la práctica aquí en España equipos de matronas y doulas que trabajan conjuntamente en partos domiciliarios y cómo se trabaja en los hospitales que aceptan y reconocen a las doulas cuando éstas acompañan a mujeres en partos hospitalarios, amén de lo que ocurre en el resto del mundo).

Sí quiero hacer hincapié en lo siguiente: las mujeres decidimos. Y tan respetable es la mujer que pare en un hospital privado como quien lo hace en su casa; la que pare y prefiere que le asista el obstetra, como quien quiere que sólo esté la matrona en su parto; la que quiere estar acompañada de su pareja, como la que requiere de una doula; la que acude puntualmente a sus revisiones y sus ecografías, como la que no va a ninguna y no quiere hacerse la prueba de la glucosa ni se quiere vacunar de streptococo; la que decide administrar la vitamina K oralmente y la que elige no dársela a su hijx. 

Imagen de Jesusa Ricoy
Sería maravilloso que todas estuviéramos muy bien informadas para tomar esas decisiones. Pero la realidad es que cada mujer afronta su maternidad de manera muy distinta: hay quien devora libros, hay quien se fía de lo que le dice su hermana, su tía o su suegra, está la que sólo confía en el personal sanitario y la que sólo tiene oídos para sus comadres. Afortunadamente la información buena, esa basada en evidencia científica está cada vez más al alcance de la mano. Como en educación y permitidme el símil ya que provengo de ese ámbito, cada vez es menos necesaria la figura omnisciente que todo lo sabe, la enciclopedia ambulante, y cada vez más urgente la persona  que hace lo que es específicamente humano: acompañar para que cada una saque el potencial que como mujer tiene dentro, para que se sepa dónde buscar y dónde encontrar información válida, para que se pueda decidir autónomamente según los criterios y los gustos de cada una, con sus miedos y sus seguridades.

Por eso (aparte de por lo que me toca como doula) estoy en total desacuerdo con el informe. Y considero que las doulas tenemos mucho que andar y mucho que hacer. Pero el punto inicial y también el final debe ser situarnos al lado de las mujeres y de su derecho a decidir. Si nos profesionalizamos, si hay una fp, si hay una o dos asociaciones nacionales... ya se irá viendo. Pero no podemos reducir este informe a un mero ataque hacia la figura de la doula. Ese documento es un insulto institucional hacia la consideración de las mujeres como sujetos de pleno derecho, capaces de decidir sobre ellas mismas y sobre sus hijxs.

jueves, 25 de diciembre de 2014

Feliz Na(ti)vidad y feliz crianza!

En estos días es frecuente encontrarse con madres sobrepasadas por estas fiestas. Y no lo están debido a las muchas comidas, encuentros, cansancios... sino por los continuos consejos y cuestionamientos (jamás pedidos) hacia su manera de criar a sus hijxs. Es así. Normalmente quienes están más cerca de nosotras son aquellas personas que se creen con el derecho de decirnos cómo llevar nuestra vida, por esa cercanía aunque sea meramente física y que no comparten planteamiento alguno o forma de ver las cosas.
A lo largo de estos días esos encuentros familiares se suceden y nos topamos con esas preguntas: "Ah, ¿aún le das pecho?", "¿pero sigue despertándose por las noches?", "está un poco delgadx, métele papillas", "es que así no va a comer bien nunca, prepárale una papilla/puré/lo que sea", "no pasa nada porque llore un poquito, deja de cogerle", "así nunca va a ser una persona independiente, tiene que aprender cómo es la vida"... y un sin fín de frases gratuitas. Porque, tengan o no razón, la verdad es que nunca pedimos opinión acerca de lo que hacemos.
Y es que a lo más que aspiramos durante estos días de familia tras familia es que nadie nos diga nada. Ya no pedimos que nos aplaudan o si quiera un reconocimiento de lo que estamos haciendo: que al fin y al cabo, criar de manera consciente a una criatura ofreciéndole cariño, comprensión y respeto hacia sus necesidades es cansado. Porque sí, es normal que sus necesidades y las nuestras entren en conflicto de vez en cuando. El año pasado mi hijo tenía 6 meses cuando llegaron las Navidades. Nosotrxs dormirmos juntxs, seguimos con la lactancia, y en ese momento aún no habíamos empezado con la alimentación complementaria. No sé si lo hemos hecho bien, mejor o regular pero yo miro hacia atrás y en este año y medio de vida de mi hijo me queda la sensación de haber tenido siempre la intención de respetarle a él. Sí, de tenerle en cuenta como persona. Parece sencillo decirlo pero la cuestión es que si miramos alrededor lxs niñxs no son sujeto activos de derechos. Si lloran es que son unos manipuladores, si piden brazos también, si se entristecen y ponen pucheros, también te quieren manipular. Si comen poco, comen mal. Si no comen lo que les has preparado, comen mal. Si no duermen lo que un adulto necesita que duerman (esto es, al menos sus ocho horas de seguido), duermen mal. Afortunadamente las Navidades pasadas estuvieron desprovistas de encuentros con gran parte de familia, y eso las hizo mucho más llevaderas y así no tuve que ver la cara de personas que me gritaron que mi hijo necesitaba chupete (cuando tenía un día de vida) o que mi leche no alimentaba. Sí, en todos los lugares cuecen habas...

Independientemente de si optamos por lactancia materna o artificial, por dormir juntxs o cada unx en su habitación, por comer sólidos o comer papillas y purés... parece que una madre (y su pareja) han decidido hacerlo así por una serie de razones. Y esas razones, personales que entrañan responsabilidad y seguramente una manera de ver la vida, no deberían ser cuestionadas por nadie. No deberían estar sujetas a opinión de nadie y mucho menos cuando ésta no ha sido requerida.
Por respeto.
Respeto hacia esa criatura y respeto hacia esa madre.




Como muchas veces no lo encontramos, tenemos que proporcionárnoslo. Cada una decidirá si quiere dar sus razones. Yo no. Soy de espíritu conciliador pero resulta que en el tema de la crianza todo el mundo opina (claro, mucha gente ha tenido prole). Como decía, si decido dar teta es mi opción, una opción personal que entraña muchos aspectos de mi persona y que me compromete a muchos niveles. Por tanto, daré razones sólo a quien me merezca la pena. No es bueno sentirse obligada a argumentar, a dar explicaciones. Es mi vida. Son nuestras vidas y nuestrxs hijxs. 


Creo que es muy sano ensayando nuestra maternidad, poner límites. Muchas no estamos acostumbradas a marcarlos, a decir NO. Nos han educado en complacer y con la maternidad aparecen conflictos. Sin embargo, somos nosotras autónomas y dueñas de nuestras decisiones. También responsables de ellas. Saber delimitar nuestro territorio (nuestra vida) y hacerlo respetar es hacerlo valer. No es necesaria la agresividad ni la violencia: con asertividad, lo cual no está exento de otros conflictos y desencuentros... pero así son las cosas.
No nos sintamos mal por decir que NO, por no contestar, por decir cuándo no se tiene razón... o simplemente por responder un sencillo "hago lo que considero". 

Son unas fechas intensas. Y con un bebé al lado mucho más. Cada una puede encontrar la manera más sana para ella de vivirlas y capear las preguntas, exclamaciones y, en fin, opiniones acerca de la crianza de sus hijxs. 

Feliz Na(ti)vidad!

lunes, 22 de diciembre de 2014

Un lugar cálido y acogedor

A raíz de las últimas declaraciones del presidente de la SEGO en esta noticia sobre el parto domiciliario en el diario El País.




lunes, 15 de diciembre de 2014

Transgrediendo el ruido

Creo firmemente que la figura de la doula en el modo de vivir que socialmente impera es transgresora. La tarea de la doula es acompañar (a las mujeres, a las parejas, a las familias) y esto que es solamente una palabra hace falta explicarlo muy claramente porque a veces es difícil de comprender. En los encuentros que comparto con otras mujeres embarazadas o bien ya con sus bebés nacidxs, me esfuerzo por bajar a la tierra y concretar en qué consiste la misión de la doula por varias razones. La primera es que existen tantas doulas como mujeres acompañan y cada una tiene su manera de estar, de conectar, de comprender y cuidar la maternidad. La segunda es que hay muchas doulas que complementan su tarea de acompañamiento con otros saberes o destrezas (yoga, reiki, asesoría de lactancia, asesoría de porteo, psicología, terapias alternativas...) y, sin menospreciar ninguno de ellos, tengo la sensación de que a veces lo de "acompañar" queda detrás, oculto bajo todos esos conocimientos que sí pueden ocupar lugar en un currículum. Y éste es un punto importante: vivimos en la época de los saberes hiperfragmentados. Cada  conocimiento tiene su descripción y su título correspondiente que lo avala. Y es fundamental tener un currículum vitae bien largo en el que se especifiquen todos y cada uno de nuestros conocimientos. Si no, estamos fuera del mercado de trabajo. Por eso, esto de "acompañar"... así como que queda un poco pobre, ¿no? Tenemos que tener cuidado y no caer en la carrera frenética de la "titulitis". Como doulas tenemos la obligación (por el respeto y amor hacia las mujeres que acompañamos) de formarnos y actualizarnos continuamente. Hay lugares y profesionales geniales que ofrecen cursos, talleres... formación muy buena, que es recomendable tener en cuenta. Sin embargo, las doulas no podemos pensar que somos "menos" doula por "simplemente" acompañar y no ofrecer otros servicios que complementan nuestro acompañamiento. Porque el núcleo, la razón de ser de la doula es acompañar. Nada más y nada menos. Pero es cierto: lo de acompañar así a secas, suena un poco pobre.


En una manera de entender la vida, en la del autobombo, en la de querer ser protagonistas, en la sociedad del ego... es difícil querer ser esa mano que aparece desde la derecha de la foto y que conforta a la mujer que es verdaderamente centro y razón de ser de nuestro acompañamiento. Ésa es la doula, que no actúa, no fija la atención de nadie, sino que es y justo en esta manera de estar, de hacerse presente-ausente, de aparecer cuando se la necesita y de pasar totalmente desapercibida consiste su acompañamiento. Sinceramente esto es algo más complejo para escribirlo en un currículum, para contarle a alguien deprisa y corriendo... Pero es así. Para mostrar qué es una doula se necesita algo de tiempo, y justo de eso no hay mucho en esta sociedad de prisas, agobios, títulos, figuras imprescindibles, opiniones, consejos no pedidos... y poco respeto a los ritmos de crecimiento, desarrollo y a las necesidades individuales y grupales. 

En este primer sentido es en el que me parece transgresora la figura de la doula. Pero también en un segundo que ya queda un poco dibujado en líneas anteriores: en ese no hacer de la doula. Me gusta mucho leer a Liliana Lammers, porque ella lo explica muy bien y afirma que "la doula vale por lo que es, no por lo que sabe":

“Hoy, en un momento en que disponemos de dos maneras de comprender el proceso del nacimiento, no es sorprendente que existan dos tipos de doulas (y dos tipos de parteras, matronas, etc.). Un grupo es representativo del paradigma cultural dominante, que es la repercusión de miles de años de interferencias a través de creencias y rituales. Este enraizado condicionamiento cultural se basa en la idea de que una mujer no tiene el poder de parir por sí misma.  En este paradigma las palabras clave son: “ayudar-apoyar-coach-guiar-manejar”.  Dentro del marco de referencia de este paradigma dominante, las doulas necesitan una “formación”, un “entrenamiento”.  Este paradigma –obviamente-  ha llegado a sus límites,  ya que, en cuanto a lo concierne a la historia del nacimiento, estamos al fondo del abismo. El otro grupo se caracteriza por una comprensión del proceso del nacimiento inspirada en la fisiología moderna.  El proceso del parto es considerado un proceso involuntario, bajo el control de las estructuras arcaicas del cerebro.  En general, uno no puede ayudar un proceso involuntario  Sin embargo, un proceso involuntario puede ser perturbado por situaciones inhibitorias fácilmente identificables gracias a conceptos fisiológicos bien establecidos; como por ejemplo, el concepto de antagonismo entre la oxitocina y la adrenalina y el concepto de inhibición neocortical.  Dentro de este paradigma emergente, la palabra clave es “protección” (protección de un proceso involuntario en contra los factores que lo puedan inhibir): el proceso del parto tiene que ser protegido, en particular, en contra de los efectos del lenguaje, de la luz y de situaciones que estimulan la atención tales como sentirse observada o sentirse insegura." 
Podéis leer más aquí.

Un ruido ensordecedor

La doula protege, pero no sólo durante el parto. También durante el embarazo. Y es que lo vivimos rodeadas de ruido: el de las personas que nos comparten sus experiencias como madres, las que nos anticipan cómo vamos a vivir (de mal, además) el parto o la primera crianza de nuestras criaturas; el de los medios de comunicación que nos venden necesidades que o bien no existen o bien son superfluas mientras estamos embarazadas y cuando ya han nacido nuestrxs bebés; el de las innumerables pruebas médicas que nos confinan en el ámbito de la enfermedad y nos impiden vivir con gozo y alegría nuestros embarazos... Un ruido ensordecedor que está ahí desde siempre. Es un ruido que nos hace difícil conectar con nuestro cuerpo y abrazarlo tal y como es, con sus ciclos, con sus tamaños y sus formas... desde que somos niñas. Y cuando llegamos a adultas y nos embarazamos saltan muchos mecanismos de sordera de esos ruidos que hacen que muchas queramos vivir(nos) de otra manera.

La doula acompaña el embarazo sin querer ser una biblia del mismo. La doula no todo lo sabe ni tiene por qué saberlo. La doula informa de manera objetiva (sin asesorar, sin aconsejar, sin opinar) pero sobre todo, la doula acompaña emocionalmente. Eso significa sacar a la luz ese ruido que, como mujeres, está con nosotras en mayor o en menor medida con el objetivo de que afloren los miedos y seamos conscientes de ellos (ni siquiera para obviarlos o para borrarlos) y seamos conscientes de nuestros deseos, esperanzas e ilusiones. Desde la alegría es donde queremos colocarnos para vivir nuestra maternidad. Desde la alegría y la libertad de sabernos dueñas de nosotras mismas y de nuestros cuerpos. Desde la responsabilidad gozosa de ser madres.
Creo que la doula transgrede porque es una figura símbolo del silencio, la sombra, el papel secundario. Porque acompaña y esto quiere decir estar al lado de alguien sosteniendo emocionalmente un proceso de transformación personal. Con respeto, con mirada cariñosa, con actitud atenta, con esperanza e ilusión. Una persona que da tiempo a quien necesita tiempo y que protege a quien necesita ser protegido para desplegarse en todo su potencial. 
Creo que todas estas actitudes y esta forma al fin y al cabo de habitar el mundo y de generar espacios y relaciones íntimas y respetuosas son profundamente transgresoras en la sociedad en la que vivimos. Estamos acostumbradxs a la rapidez, a la urgencia, a relaciones superficiales y comunicación de ascensor. A vivir de forma privada y sin compartir los momentos de cambio y de crisis de nuestras vidas. A no darle lugar a la emoción y al deseo. Por eso la tarea de la doula es a veces compleja de explicar y vislumbrar. Pero es una responsabilidad llena de luz y de posibilidades.