miércoles, 18 de febrero de 2015

Informes: patriarcado, salud y mujeres.




A raíz del "Informe Doulas", documento realizado por el Consejo General de Enfermeros en España (www.informadoulas.com) están apareciendo muchos testimonios, pareceres, críticas, anhelos y esperanzas de personas y colectivos en medios de comunicación y redes sociales. La palabra "doula" parece que sale a la luz, aunque tristemente no de la mejor manera (esto es, acompañada de argumentos y no de meros prejuicios). En cualquier caso, no quiero hacer una reflexión acerca de la figura de la doula y de la de la matrona (hay por aquí en el blog algún que otro post en el que hago mención a lo que hacemos o dejamos de hacer las doulas en nuestro acompañamiento).

Es un documento que habla de relaciones: de cómo las mujeres se relacionan entre ellas, de cómo se relacionan con el sistema de salud y lxs profesionales que en él trabajan, de cómo se relacionan las mujeres con sus cuerpos y sus procesos de maternidad. Y siendo un documento institucional, pero no debido a ello, trata esas relaciones como relaciones de poder. Relaciones y poder. Además, en su intento de criticar algo, muestra cómo legitima ciertas relaciones de poder. Por si alguien lo dudaba, quienes salen perdiendo en estas relaciones son las mujeres. 

Informe Doulas

Quiero escribir sobre cómo este informe pone de manifiesto, de nuevo, que nos atraviesa el patriarcado. Una definición de patriarcado es por ejemplo ésta: "puede definirse como un sistema de relaciones sociales sexo–politicas basadas en diferentes instituciones públicas y privadas y en la solidaridad interclases e intragénero instaurado por los varones, quienes como grupo social y en forma individual y colectiva, oprimen a las mujeres también en forma individual y colectiva y se apropian de su fuerza productiva y reproductiva, de sus cuerpos y sus productos, ya sea con medios pacíficos o mediante el uso de la violencia"

Puede que haya quien, leyendo esta definición y teniendo en mente la cuesitón que tratamos (doulas, matronas...) se eche las manos a la cabeza y piense que estoy exagerando (ay, estas feministas que siempre acaban hablando de lo mismo!). Os animo a leer el informe, así como el dossier de prensa y por supuesto, los vídeos que están colgados en su web. 

Podría hacer referencia a la historia de la obstretricia y ginecología (violencia tras violencia con las mujeres y sus cuerpos, experimentación... así como exclusión sistemática de las mujeres en el cuidado de sus comadres y demonización de sus conocimientos, caza de brujas... podéis ver algo en: http://bibliotecalibre.org/bitstream/001/299/4/978-84-96453-51-7.pdf http://lavozdelmuro.net/conoce-la-terrorifica-historia-de-los-padres-de-la-ginecologia-los-medicos-de-la-muerte/# hasta pleno siglo XX en España https://www.diagonalperiodico.net/cuerpo/25253-la-utilizacion-mujeres-experimentacion-medica.html). Sólo apuntar que la maternidad es un proceso altamente medicalizado actualmente y esto significa muchas cosas, entre ellas, que el embarazo, parto y postparto están atravesados hoy día por protocolos y prácticas médicas que incluyen relaciones con el sistema de sanidad, con el personal sanitario... Y que esté medicalizado quiere decir que el protagonismo a lo largo de ese proceso de devenir madre lo tiene, generalmente, no la madre sino todos esos elementos externos que securizan y controlan la maternidad para que no suceda nada negativo (para que todas las posibles patologías y desviaciones de un embarazo, parto y postparto normal no tengan lugar). 

Voy a señalar una obviedad (que parece a veces necesaria cuando se entra a debatir estas cosas): gracias al desarrollo médico, científico y tecnológico mueren menos personas. Y en lo que a maternidades se refiere, también. Es decir, que aquí no estoy denostando la existencia de una atención perinatal sanitaria ni nada por el estilo. Sencillamente, estoy diciendo que la maternidad está medicalizada (no soy la primera ni la última persona que lo hará). 

Por ello, las relaciones que las mujeres a lo largo de nuestras maternidades tendemos hacia el sistema de sanidad y hacia el persona que nos atiende suele ser de dominación. Esto significa que hay una cesión de decisiones, de responsabilidad y también de libertad en pos del control y la supervisión, con el fin de que "todo vaya bien". No soy yo quien ha de juzgar la necesidad y el efecto de los distintos controles y pruebas médicas durante el embarazo, eso se lo dejo a cada mujer. La cuestión es que lo que me diga la matrona en una visita, o la ginecóloga en la revisión, o la ecografista en la ecografía de turno importa y mucho. Porque son quienes nos dicen lo que tenemos que hacer para que "todo vaya bien", cuánto debemos comer, cuánto debemos pesar, qué pruebas tenemos que dejarnos realizar para observar el correcto devenir de nuestrxs hijxs, cuánto tenemos que movernos o estar en reposo, cómo debemos parir (cuándo tenemos que empujar...). Repito, no soy yo quien sancione moralmente esto, se lo dejo a cada mujer.

En la maternidad, como en culaquier otro momento de nuestra vida, parece ser que es el médico quien sabe. Y justamente este supuesto en el imaginario colectivo como pacientes es el que reclama el CGE en el informe. Es lo que constituye la dominación. 

No se trata de querer que no existan las matronas. Se trata de no querer que exista este sometimiento en el que consiste la medicalización de la maternidad. Se trata de ser libre de realizarme las pruebas que considere oportunas sin reducir el embarazo a ese control, ni material ni emocionalmente.  

No puede ser que el discurso acerca de la maternidad sea uno que genere mujeres que viven sus maternidades con miedo, con terror. Quizás lo más descarado, lo más expresivo sea que el informe no dé importancia a la violencia obstétrica que llena los hospitales y paritorios de este país. Un discurso que inmoviliza y así garantiza el orden de las cosas que ha sido hasta ahora: señala como atentado a la salud pública la información y recomendaciones que podemos hacer las doulas y sin embargo banaliza la violencia obstétrica (que va más allá de lo que sucede durante el parto y el nacimiento). 

Las cuestiones de la figura de la doula, su posible profesionalización, la unión de las doulas asociadas y no asociadas en España, etc., son importantes. Seguramente esto sirva de acicate para comenzar nuevos caminos aún no transitados aquí.

Sin embargo, creo que la publicación del documento del CGE pone de manifiesto que la atención sanitaria durante la maternidad adolece de paternalismo. Infantiliza a las mujeres al dar por hecho que somos incapaces de tomar decisiones sobre nuestros cuerpos sin encomendarnos a quien tiene la formación adecuada. Explicita que el acompañamiento emocional lo debe hacer un profesional especializado en psiquiatría también incluyendo este acompañamiento dentro del ámbito de la enfermedad, de la patología. Según este informe, que las doulas existan (aparte del oportunismo económico, por supuesto) se debe a la ignorancia supina colectiva de las mujeres que se dejan engañar. 

No voy a hablar aquí de todas esas competencias que señala el documento que supuestamente nos adjudicamos las doulas y que son legalmente de las matronas (en algún otro post del blog está ya mi opinión de cómo se pueden complementar ambas figuras, tal y como ya lo hacen en la práctica aquí en España equipos de matronas y doulas que trabajan conjuntamente en partos domiciliarios y cómo se trabaja en los hospitales que aceptan y reconocen a las doulas cuando éstas acompañan a mujeres en partos hospitalarios, amén de lo que ocurre en el resto del mundo).

Sí quiero hacer hincapié en lo siguiente: las mujeres decidimos. Y tan respetable es la mujer que pare en un hospital privado como quien lo hace en su casa; la que pare y prefiere que le asista el obstetra, como quien quiere que sólo esté la matrona en su parto; la que quiere estar acompañada de su pareja, como la que requiere de una doula; la que acude puntualmente a sus revisiones y sus ecografías, como la que no va a ninguna y no quiere hacerse la prueba de la glucosa ni se quiere vacunar de streptococo; la que decide administrar la vitamina K oralmente y la que elige no dársela a su hijx. 

Imagen de Jesusa Ricoy
Sería maravilloso que todas estuviéramos muy bien informadas para tomar esas decisiones. Pero la realidad es que cada mujer afronta su maternidad de manera muy distinta: hay quien devora libros, hay quien se fía de lo que le dice su hermana, su tía o su suegra, está la que sólo confía en el personal sanitario y la que sólo tiene oídos para sus comadres. Afortunadamente la información buena, esa basada en evidencia científica está cada vez más al alcance de la mano. Como en educación y permitidme el símil ya que provengo de ese ámbito, cada vez es menos necesaria la figura omnisciente que todo lo sabe, la enciclopedia ambulante, y cada vez más urgente la persona  que hace lo que es específicamente humano: acompañar para que cada una saque el potencial que como mujer tiene dentro, para que se sepa dónde buscar y dónde encontrar información válida, para que se pueda decidir autónomamente según los criterios y los gustos de cada una, con sus miedos y sus seguridades.

Por eso (aparte de por lo que me toca como doula) estoy en total desacuerdo con el informe. Y considero que las doulas tenemos mucho que andar y mucho que hacer. Pero el punto inicial y también el final debe ser situarnos al lado de las mujeres y de su derecho a decidir. Si nos profesionalizamos, si hay una fp, si hay una o dos asociaciones nacionales... ya se irá viendo. Pero no podemos reducir este informe a un mero ataque hacia la figura de la doula. Ese documento es un insulto institucional hacia la consideración de las mujeres como sujetos de pleno derecho, capaces de decidir sobre ellas mismas y sobre sus hijxs.