jueves, 25 de diciembre de 2014

Feliz Na(ti)vidad y feliz crianza!

En estos días es frecuente encontrarse con madres sobrepasadas por estas fiestas. Y no lo están debido a las muchas comidas, encuentros, cansancios... sino por los continuos consejos y cuestionamientos (jamás pedidos) hacia su manera de criar a sus hijxs. Es así. Normalmente quienes están más cerca de nosotras son aquellas personas que se creen con el derecho de decirnos cómo llevar nuestra vida, por esa cercanía aunque sea meramente física y que no comparten planteamiento alguno o forma de ver las cosas.
A lo largo de estos días esos encuentros familiares se suceden y nos topamos con esas preguntas: "Ah, ¿aún le das pecho?", "¿pero sigue despertándose por las noches?", "está un poco delgadx, métele papillas", "es que así no va a comer bien nunca, prepárale una papilla/puré/lo que sea", "no pasa nada porque llore un poquito, deja de cogerle", "así nunca va a ser una persona independiente, tiene que aprender cómo es la vida"... y un sin fín de frases gratuitas. Porque, tengan o no razón, la verdad es que nunca pedimos opinión acerca de lo que hacemos.
Y es que a lo más que aspiramos durante estos días de familia tras familia es que nadie nos diga nada. Ya no pedimos que nos aplaudan o si quiera un reconocimiento de lo que estamos haciendo: que al fin y al cabo, criar de manera consciente a una criatura ofreciéndole cariño, comprensión y respeto hacia sus necesidades es cansado. Porque sí, es normal que sus necesidades y las nuestras entren en conflicto de vez en cuando. El año pasado mi hijo tenía 6 meses cuando llegaron las Navidades. Nosotrxs dormirmos juntxs, seguimos con la lactancia, y en ese momento aún no habíamos empezado con la alimentación complementaria. No sé si lo hemos hecho bien, mejor o regular pero yo miro hacia atrás y en este año y medio de vida de mi hijo me queda la sensación de haber tenido siempre la intención de respetarle a él. Sí, de tenerle en cuenta como persona. Parece sencillo decirlo pero la cuestión es que si miramos alrededor lxs niñxs no son sujeto activos de derechos. Si lloran es que son unos manipuladores, si piden brazos también, si se entristecen y ponen pucheros, también te quieren manipular. Si comen poco, comen mal. Si no comen lo que les has preparado, comen mal. Si no duermen lo que un adulto necesita que duerman (esto es, al menos sus ocho horas de seguido), duermen mal. Afortunadamente las Navidades pasadas estuvieron desprovistas de encuentros con gran parte de familia, y eso las hizo mucho más llevaderas y así no tuve que ver la cara de personas que me gritaron que mi hijo necesitaba chupete (cuando tenía un día de vida) o que mi leche no alimentaba. Sí, en todos los lugares cuecen habas...

Independientemente de si optamos por lactancia materna o artificial, por dormir juntxs o cada unx en su habitación, por comer sólidos o comer papillas y purés... parece que una madre (y su pareja) han decidido hacerlo así por una serie de razones. Y esas razones, personales que entrañan responsabilidad y seguramente una manera de ver la vida, no deberían ser cuestionadas por nadie. No deberían estar sujetas a opinión de nadie y mucho menos cuando ésta no ha sido requerida.
Por respeto.
Respeto hacia esa criatura y respeto hacia esa madre.




Como muchas veces no lo encontramos, tenemos que proporcionárnoslo. Cada una decidirá si quiere dar sus razones. Yo no. Soy de espíritu conciliador pero resulta que en el tema de la crianza todo el mundo opina (claro, mucha gente ha tenido prole). Como decía, si decido dar teta es mi opción, una opción personal que entraña muchos aspectos de mi persona y que me compromete a muchos niveles. Por tanto, daré razones sólo a quien me merezca la pena. No es bueno sentirse obligada a argumentar, a dar explicaciones. Es mi vida. Son nuestras vidas y nuestrxs hijxs. 


Creo que es muy sano ensayando nuestra maternidad, poner límites. Muchas no estamos acostumbradas a marcarlos, a decir NO. Nos han educado en complacer y con la maternidad aparecen conflictos. Sin embargo, somos nosotras autónomas y dueñas de nuestras decisiones. También responsables de ellas. Saber delimitar nuestro territorio (nuestra vida) y hacerlo respetar es hacerlo valer. No es necesaria la agresividad ni la violencia: con asertividad, lo cual no está exento de otros conflictos y desencuentros... pero así son las cosas.
No nos sintamos mal por decir que NO, por no contestar, por decir cuándo no se tiene razón... o simplemente por responder un sencillo "hago lo que considero". 

Son unas fechas intensas. Y con un bebé al lado mucho más. Cada una puede encontrar la manera más sana para ella de vivirlas y capear las preguntas, exclamaciones y, en fin, opiniones acerca de la crianza de sus hijxs. 

Feliz Na(ti)vidad!

lunes, 22 de diciembre de 2014

Un lugar cálido y acogedor

A raíz de las últimas declaraciones del presidente de la SEGO en esta noticia sobre el parto domiciliario en el diario El País.




lunes, 15 de diciembre de 2014

Transgrediendo el ruido

Creo firmemente que la figura de la doula en el modo de vivir que socialmente impera es transgresora. La tarea de la doula es acompañar (a las mujeres, a las parejas, a las familias) y esto que es solamente una palabra hace falta explicarlo muy claramente porque a veces es difícil de comprender. En los encuentros que comparto con otras mujeres embarazadas o bien ya con sus bebés nacidxs, me esfuerzo por bajar a la tierra y concretar en qué consiste la misión de la doula por varias razones. La primera es que existen tantas doulas como mujeres acompañan y cada una tiene su manera de estar, de conectar, de comprender y cuidar la maternidad. La segunda es que hay muchas doulas que complementan su tarea de acompañamiento con otros saberes o destrezas (yoga, reiki, asesoría de lactancia, asesoría de porteo, psicología, terapias alternativas...) y, sin menospreciar ninguno de ellos, tengo la sensación de que a veces lo de "acompañar" queda detrás, oculto bajo todos esos conocimientos que sí pueden ocupar lugar en un currículum. Y éste es un punto importante: vivimos en la época de los saberes hiperfragmentados. Cada  conocimiento tiene su descripción y su título correspondiente que lo avala. Y es fundamental tener un currículum vitae bien largo en el que se especifiquen todos y cada uno de nuestros conocimientos. Si no, estamos fuera del mercado de trabajo. Por eso, esto de "acompañar"... así como que queda un poco pobre, ¿no? Tenemos que tener cuidado y no caer en la carrera frenética de la "titulitis". Como doulas tenemos la obligación (por el respeto y amor hacia las mujeres que acompañamos) de formarnos y actualizarnos continuamente. Hay lugares y profesionales geniales que ofrecen cursos, talleres... formación muy buena, que es recomendable tener en cuenta. Sin embargo, las doulas no podemos pensar que somos "menos" doula por "simplemente" acompañar y no ofrecer otros servicios que complementan nuestro acompañamiento. Porque el núcleo, la razón de ser de la doula es acompañar. Nada más y nada menos. Pero es cierto: lo de acompañar así a secas, suena un poco pobre.


En una manera de entender la vida, en la del autobombo, en la de querer ser protagonistas, en la sociedad del ego... es difícil querer ser esa mano que aparece desde la derecha de la foto y que conforta a la mujer que es verdaderamente centro y razón de ser de nuestro acompañamiento. Ésa es la doula, que no actúa, no fija la atención de nadie, sino que es y justo en esta manera de estar, de hacerse presente-ausente, de aparecer cuando se la necesita y de pasar totalmente desapercibida consiste su acompañamiento. Sinceramente esto es algo más complejo para escribirlo en un currículum, para contarle a alguien deprisa y corriendo... Pero es así. Para mostrar qué es una doula se necesita algo de tiempo, y justo de eso no hay mucho en esta sociedad de prisas, agobios, títulos, figuras imprescindibles, opiniones, consejos no pedidos... y poco respeto a los ritmos de crecimiento, desarrollo y a las necesidades individuales y grupales. 

En este primer sentido es en el que me parece transgresora la figura de la doula. Pero también en un segundo que ya queda un poco dibujado en líneas anteriores: en ese no hacer de la doula. Me gusta mucho leer a Liliana Lammers, porque ella lo explica muy bien y afirma que "la doula vale por lo que es, no por lo que sabe":

“Hoy, en un momento en que disponemos de dos maneras de comprender el proceso del nacimiento, no es sorprendente que existan dos tipos de doulas (y dos tipos de parteras, matronas, etc.). Un grupo es representativo del paradigma cultural dominante, que es la repercusión de miles de años de interferencias a través de creencias y rituales. Este enraizado condicionamiento cultural se basa en la idea de que una mujer no tiene el poder de parir por sí misma.  En este paradigma las palabras clave son: “ayudar-apoyar-coach-guiar-manejar”.  Dentro del marco de referencia de este paradigma dominante, las doulas necesitan una “formación”, un “entrenamiento”.  Este paradigma –obviamente-  ha llegado a sus límites,  ya que, en cuanto a lo concierne a la historia del nacimiento, estamos al fondo del abismo. El otro grupo se caracteriza por una comprensión del proceso del nacimiento inspirada en la fisiología moderna.  El proceso del parto es considerado un proceso involuntario, bajo el control de las estructuras arcaicas del cerebro.  En general, uno no puede ayudar un proceso involuntario  Sin embargo, un proceso involuntario puede ser perturbado por situaciones inhibitorias fácilmente identificables gracias a conceptos fisiológicos bien establecidos; como por ejemplo, el concepto de antagonismo entre la oxitocina y la adrenalina y el concepto de inhibición neocortical.  Dentro de este paradigma emergente, la palabra clave es “protección” (protección de un proceso involuntario en contra los factores que lo puedan inhibir): el proceso del parto tiene que ser protegido, en particular, en contra de los efectos del lenguaje, de la luz y de situaciones que estimulan la atención tales como sentirse observada o sentirse insegura." 
Podéis leer más aquí.

Un ruido ensordecedor

La doula protege, pero no sólo durante el parto. También durante el embarazo. Y es que lo vivimos rodeadas de ruido: el de las personas que nos comparten sus experiencias como madres, las que nos anticipan cómo vamos a vivir (de mal, además) el parto o la primera crianza de nuestras criaturas; el de los medios de comunicación que nos venden necesidades que o bien no existen o bien son superfluas mientras estamos embarazadas y cuando ya han nacido nuestrxs bebés; el de las innumerables pruebas médicas que nos confinan en el ámbito de la enfermedad y nos impiden vivir con gozo y alegría nuestros embarazos... Un ruido ensordecedor que está ahí desde siempre. Es un ruido que nos hace difícil conectar con nuestro cuerpo y abrazarlo tal y como es, con sus ciclos, con sus tamaños y sus formas... desde que somos niñas. Y cuando llegamos a adultas y nos embarazamos saltan muchos mecanismos de sordera de esos ruidos que hacen que muchas queramos vivir(nos) de otra manera.

La doula acompaña el embarazo sin querer ser una biblia del mismo. La doula no todo lo sabe ni tiene por qué saberlo. La doula informa de manera objetiva (sin asesorar, sin aconsejar, sin opinar) pero sobre todo, la doula acompaña emocionalmente. Eso significa sacar a la luz ese ruido que, como mujeres, está con nosotras en mayor o en menor medida con el objetivo de que afloren los miedos y seamos conscientes de ellos (ni siquiera para obviarlos o para borrarlos) y seamos conscientes de nuestros deseos, esperanzas e ilusiones. Desde la alegría es donde queremos colocarnos para vivir nuestra maternidad. Desde la alegría y la libertad de sabernos dueñas de nosotras mismas y de nuestros cuerpos. Desde la responsabilidad gozosa de ser madres.
Creo que la doula transgrede porque es una figura símbolo del silencio, la sombra, el papel secundario. Porque acompaña y esto quiere decir estar al lado de alguien sosteniendo emocionalmente un proceso de transformación personal. Con respeto, con mirada cariñosa, con actitud atenta, con esperanza e ilusión. Una persona que da tiempo a quien necesita tiempo y que protege a quien necesita ser protegido para desplegarse en todo su potencial. 
Creo que todas estas actitudes y esta forma al fin y al cabo de habitar el mundo y de generar espacios y relaciones íntimas y respetuosas son profundamente transgresoras en la sociedad en la que vivimos. Estamos acostumbradxs a la rapidez, a la urgencia, a relaciones superficiales y comunicación de ascensor. A vivir de forma privada y sin compartir los momentos de cambio y de crisis de nuestras vidas. A no darle lugar a la emoción y al deseo. Por eso la tarea de la doula es a veces compleja de explicar y vislumbrar. Pero es una responsabilidad llena de luz y de posibilidades.


martes, 15 de julio de 2014

Porque tú quieres

A parte de:

  • una reducción del 50% de las cesáreas
  • la reducción de la duración del trabajo de parto en un 25%
  • el uso de oxitocina artificial reducida en un 40%
  • la epidural y otras analgesias reducidas en un 60%
  • la reducción de sentimientos y experiencias negativas en el parto
  • el aumento del éxito en la lactancia
  • una adaptación más sencilla a las nuevas dinámicas familiares
  • el sentimiento de empoderamiento de la mujer
  • el descenso del riesgo de una depresión postparto
  • y la incidencia más baja de abuso sobre la mujer a lo largo de su maternidad...
(tomado de www.decodedpregnancy.com)

A parte de esto, la razón más poderosa para querer que una doula te acompañe es justamente esa: que TÚ QUIERES.

viernes, 4 de julio de 2014

Sobre nuestra libertad para cambiar

Una de las promesas que quizás te hagas estando embarazada y si en tu entorno no sois muchxs lxs amigxs que tenéis criaturas es que no vas a cambiar después de tener a tu bebé. Seguramente una de las preguntas que te hagan aquellas personas cercanas después de haberlo tenido es si te ha cambiado mucho. Y por supuesto que una de las afirmaciones que se repiten tras su nacimiento es "anda, lo que te ha cambiado la vida!". 

Cada una nos hacemos unas expectativas, unas componendas cuando estamos embarazadas por primera vez acerca de cómo será la vida postparto, ya sean pocas o muchas, muy detalladas o pocas. Depende de muchos factores: de la información (real) con la que contemos, de las experiencias de maternidad y paternidad que nos rodean... La cuestión es que nos proyectamos siendo madres y miramos hacia un futuro próximoYa siendo madres y más siendo puérperas podemos girar la cabeza hacia el pasado, hacia esa vida que teníamos sin nuestrxs hijxs y a veces casi ni si quiera recordarla. Parece que siempre hemos vivido así, en una especie de tiempo circular en el que nuestros ojos miran casi continuamente hacia esta otra persona que llena nuestros días y nuestras (pre)ocupaciones.

¿Ya no soy yo? Pero... ¿quién era yo antes de esto?

Es bueno olvidar por completo los mandatos del entorno (ya sean medios de comunicación o personas de carne y hueso) que nos ordenan eso de "volver a ser la que eras antes" tanto física o mentalmente (principalmente en lo que concierne al físico, sí, pero también en cuanto a los ritmos del día a día, el ocio, las distracciones, etc.). Es una presión sobre nosotras que no ayuda a componerse tras el nacimiento de un/x hijx. Poco a poco una se va a encontrando con ella misma: frente al espejo, frente a lxs demás, frente a la pareja... Es sano mirarse con cariño: cuidarse el propio cuerpo (no me refiero a ponerse a dieta, sino más bien a mimarse una misma) y aceptarlo con cariño. Sí, hemos podido cambiar tras el embarazo y tras el parto y es una tarea que cada una tiene que hacer el encontrarse con una misma en el espejo. Encontrar tu espacio entre lxs demás también es una tarea pendiente, un proceso lento que requiere tiempo y más tiempo: has de reconocer cuáles son tus ritmos (ahora, por lo general, cambiantes y dependientes de las necesidades de otra persona) y tus lugares. Y esto puede resultar algo duro. 

Y al igual que nos mimamos el cuerpo y lo miramos con afecto, así también la pareja. Dejando espacio y tiempo a las nuevas emociones, a la necesidad de reposo y de descanso, a las nuevas formas que adquiere lo sensual y lo sexual. Trabajando en común, poniendo paciencia, empatía y amor. Tampoco aquí vamos a encontrarnos seguramente rápido. Pero todo llegaY llegan los momentos de tranquilidad, de reflexión, de hacer memoria, de volver a mirar hacia adelante. Y llega ese instante en el que te encuentras entera de nuevo (o casi entera), como si los trocitos que has sido tú en los últimos tiempos se reunieran otra vez. 

¿Soy la misma? 

¿Qué significa ser la misma? Cada experiencia nos transforma. Somos moldeadas por todo aquello que vivimos (y más con intensidad), por todas aquellas personas que dejamos entrar en nuestra vida y removernos más o menos. Una no es la misma después de 5 años. Tampoco después de haber encontrado a una gran amiga. Ni si quiera tras compartir la vida con alguien a quien quieres durante un café. Una no es la misma tras querer a alguien. Tampoco cuando le hacen daño. Todo cambia. El embarazo, el parto y el nacimiento de un/x hijx es un cúmulo de experiencias de remueven, descolocan, trastocan, rompen, desgarran... a todos los niveles de la vida de una mujer. ¿Cómo voy a ser la misma?

Permitidme mi derecho a cambiar. Permítete la libertad para cambiar. Mucho, poco... qué más da. Lo importante es darnos ese tiempo y ese espacio para hacerlo. Cada una sabrá cuánto necesita. Pero hay que permitírselo porque es fundamental vivir intensamente y con profundidad las experiencias que nos dejan huella: para disfrutarlas, para reflexionarlas, para compartirlas y para aprender de ellas y de nosotras mismas.
Me quedo con la canción de Mercedes Sosa:

adoro a esta mujer <3

lunes, 30 de junio de 2014

Buscando formación de doula

Se cierra un curso escolar y con ello, se entrevé el comienzo de otro... y así numerosos talleres, formaciones, másters del universo y un largo etcétera. También formaciones de doulas. Después de leer algunas manifestaciones personales en las redes sociales de otras doulas y también algún que otro comunicado, se mezclan en mí varios pensamientos y sentimientos...

Recuerdo que cuando quise formarme como doula anduve buscando cursos sin mucha orientación. Es cierto que venía de Argentina y allá la figura de la doula tanto formal como materialmente es distinto a cómo se entiende la doula en España (así como su complementariedad con las matronas). Me metí en internet y comencé a ver formaciones: sus contenidos (se parecían bastante muchas), el número de módulos de los que constaban, su precio, su localización, su duración, en dónde se impartían (algunas tienen lugar en otros centros de formación de otras disciplinas...), sus ponentes... Me hice una buena comparativa, según mi opinión, y, sin muchos criterios más allá de mis preferencias personales me lancé a pedir información a unas tres. Todas ellas me contestaron rápido, de manera afectuosa y clara. Finalmente me decanté por una que aún no había comenzado (volví de mi viaje en septiembre y en esa fecha empiezan la mayoría), que estaba muy cerca de mi domicilio de entonces y cuya encargada resultó simpática, cercana y seria. Realmente era un dinero considerable lo que costaba la formación y por eso, esperé a verlo claro. Comenzaba mi embarazo y principalmente quería esa formación para mí: en ese momento inicial lo de trabajar como doula no lo visualizaba aunque algo intuía: antes de comenzar la formación empecé a leer todo lo que caía en mis manos sobre acompañamiento en la meternidad y junto a mis nuevas necesidades incipientes como mujer embarazada y a mi experiencia en acompañar procesos personales en el ámbito de la educación... me gustaba lo que comenzaba a dibujarse en mi cabeza, siendo aún sólo un esbozo todas aquellas ideas y sensaciones nuevas que se agolpaban dentro de mí.

Resultó ser un espacio acogedor que me aportó diferentes aprendizajes muy útiles y válidos: ser acompañada por un grupo heterogéneo de mujeres en el que la palabra amable y el gesto cuidado hicieron el compartir vida y camino un profundo disfrute. Compañeras que nos encontrábamos codo con codo aprendiendo y hablando de quiénes éramos, lo que deseábamos y quiénes queríamos ser. Compartiendo nuestras luces y nuestras sombras como mujeres. Por eso, la formación fue una oportunidad de reencuentro conmigo misma de forma diferente a cómo había sido siempre ese trabajo de introspección que ya había ensayado en varias ocasiones: descubrirme como mujer en compañía de otras mujeres y mimar mi pasado con sus momentos buenos y también con sus oscuridades para proyectarme con más luz para servir en el acompañamiento a la maternidad de otras mujeres mientras yo estaba viviendo la mía propia. 


También realicé otro tipo de aprendizajes más técnicos, más centrados en el conocimiento acerca del embarazo, parto y postparto de la mano de grandes profesionales que giran en torno a la maternidad (mujeres sabias) al tiempo que iba creciendo en mí la necesidad imperiosa de informarme más y más. Seguramente una de las cosas más valiosas que recibí en la formación fue la mirada amable y empática hacia otras maternidades y paternidades: hacia las decisiones de las mujeres embarazadas y madres. Colocarme en ese lugar de empatía, paz y comprensión me ha hecho crecer como persona y como mujer y ser capaz de enfrentar mi maternidad y las experiencias que ha llevado consigo de una manera madura y tranquila.

Y es que el acompañamiento es un arte.

Un arte que en España no está reconocido como profesión: no hay unos estudios formales, oficiales, institucionalizados, homologados... de doula. Lo cual es un fastidio... además de una pena (está demostrada la utilidad de la presencia de la doula durante el trabajo de parto, por ejemplo, para evitar partos instrumentales, episiotomías, cesáreas y compañía y favorecer partos normales y vaginales aparte de lo bueno y lo saludable que es un acompañamiento emocional continuo y personal durante el mismo para la mujer...). Y al no estar reconocido como profesión ocurren cosas malas, aunque también buenas (como en toda enseñanza no reglada y fuera de las instituciones educativas). A las malas se las da mucha prensa (ojo, no digo que no haya que darla): mujeres que se hacen llamar doulas y realizan prácticas que no competen a la doula sino a la matrona, formaciones que prometen profesionalización cuando ésta es imposible porque no existe legalmente nada así para las doulas... Sí, hay mucho desamparo que deja la puerta abierta a todas estas cosas... y otras también desagradables (persecución de doulas por parte de matronas...). Está claro que hay que arrojar luz sobre la figura de la doula: darla a conocer, mostrar la importancia del acompañamiento durante la maternidad (por alguien a quien la mujer embarazada/madre quiera ser acompañada... llámese doula, prima o hermana...), la actual medicalización de los procesos de la maternidad y otros muchos aspectos que de forma implícita o explícita van de la mano de la figura de la doula. Por ello es bueno aclarar públicamente qué es una doula y para qué sirve (así cómo que no es una doula y para qué no puede servir, qué prácticas no son de su competencia, etc.). También, como se ha dado ahora el caso, hablar de qué no es bueno ofrecer en las formaciones (colectivamente hablando y para ser honestas con las mujeres a las que pretendemos formar y acompañar).

La otra cara de la moneda de este desamparo profesional es la aparente necesidad de algunas doulas de presentarse como "algo más" que doulas: numerosas terapias, técnicas... corporales, mentales, espirituales y un largo de etcétera que aparecen como complementos de la doula. Personalmente creo que está genial que cada una se forme en lo que sienta que debe formarse. Pero lo que está claro es que no por ser terapeuta en x o profesora de yoga/pilates/x o psicóloga o lo que sea en lo que me haya formado soy "más" doula. Para ser doula tengo que acompañar. Ya está. Todo lo demás me enriquece personal y profesionalmente pero una que es psicóloga y doula no puede, por ejemplo, como doula tratar una depresión postparto. Otra cosa es que trabaje como psicóloga tratando depresiones postparto. Pero una doula no puede diagnosticar o tratar una depresión postparto. Me explico, ¿verdad? Parece que ser sencillamente doula es no ser nada y necesitamos un montón de títulos que avalen nuestra persona... 

Es una lástima que las formaciones de doula no estén regladas por ley en este país, pero como dice Yolanda "crecemos y somos una realidad". Ya va siendo hora de a esta realidad se la nombre legalmente. Dar nombre a las doulas sería definirnos y así, por fin, arrancarnos del interrogante de nuestra existencia. 

Para saber qué es una doula, encontrar alguna formación maja, aquí.

lunes, 23 de junio de 2014

¿Por qué el plan de parto?

El plan de parto y de nacimiento es "un documento en el que la mujer puede expresar sus preferencias, necesidades, deseos y expectativas sobre el proceso del parto y el nacimiento" de su hijx, según el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. ¿Qué razones tenemos para hacerlo cuando estamos embarazadas?
  • Es una buena oportunidad para familiarizarse con algunos términos que -tristemente- forman parte de las rutinas médicas que se realizan a las mujeres durante el parto. Como "rotura de membranas", "amniotomía", "episiotomía", "oxitocina (sintética)"... Y también con otros conceptos que, quizás menos popularizados, son igual de importantes, como "libertad de movimiento", "piel con piel", "cuidados madre canguro"...
  • Hay mujeres que desde que sabemos que estamos embarazadas nos gusta leer sobre crianza ya pensando en lo que viene después de la gestación. Muy normal. Sentarnos a escribir el plan de parto y de nacimiento nos ayuda a colocarnos en lo que estamos viviendo ahora y nos anticipa algo que sucederá seguro: el parto y el nacimiento de nuestra criatura. Parece algo obvio pero a veces sucede que esa experiencia de transición se queda en la mujer como algo puramente anecdótico, para nada importante (pero acaso no es algo transitorio?)... 
  • Esa toma de conciencia y la comprensión de algunas cuestiones que rodean al parto nos hacen posicionarnos: el plan de parto y de nacimiento te cuestiona directamente y te pregunta qué quieres, qué te gustaría que ocurriera, cómo te imaginas el transcurso de tu parto, cómo visualizas el nacimiento de tu hijx.
  • Esas preguntas llevan implícito un supuesto: Tú decides. Es cierto que el parto y el nacimiento están envueltos en una magia, un interrogante... entre la vida y la muerte. No por hacer un plan de parto éste va a desarrollarse como tú lo esperas: tampoco por ir a tal o cual hospital, por optar por un parto domiciliario, apostar por tal o cual matrona, ser acompañada por una doula, etc. Sin embargo, el plan de parto y de nacimiento te están diciendo "Ey, hay una variabilidad considerable de intervenciones, de maneras de hacer y de estar durante tu parto y el nacimiento de tu hijx y eres tú quien eliges cómo puede transcurrir según se vaya desarrollando todo".
  • Y como en toda cuestión donde hay elección también hay libertad. El plan de parto y de nacimiento es un ejercicio de tu libertad: eres libre para decidir qué quieres. No estás obligada a parir de tal o cual manera, como parió tu hermana, tu vecina, tu madre, tu amiga... Puedes decidir qué quieres. Repito: eres libre.
  • Y como en toda cuestión donde se es libre también se es responsable. El parto es una experiencia intensa para con una misma porque toda tú te ves inmersa en ella, a todos los niveles: física, emocional y mentalmente. Durante el parto una mujer es vulnerable porque toda ella está puesta en ese trabajo, conectada y esperando a esa criatura que está por salir  por vez primera al mundo. Por eso es que es realmente importante ejercer esa libertad de decisión.
  • Es plan de parto y también de nacimiento: cuando nazca tu hijx habrá una serie de intervenciones que le realizarán o no dependiendo de lo que decidas (vacunas, pruebas de oídos, vitaminas...) al igual que si os separan o no. También tendrás que decidir qué tipo de alimentación quieres para él o ella (lactancia materna exclusiva o no... en algunos hospitales aún se da a lxs recién nacidxs sueros glucosados, por ejemplo).
  • Al fin, el plan de parto y de nacimiento es un documento útil para ejercer nuestro poder sobre nuestro propio cuerpo y el de nuestras criaturas. Para decirnos y decirles cómo queremos ser tratadas y cómo queremos que sean consideradxs nuestrxs hijxs. 
Hay tantos planes de parto y nacimiento como mujeres hay sobre la Tierra. Cada una tenemos una manera de expresarnos, de decir lo que queremos y cómo lo queremos... más directas, menos, más o menos cariñosas, utilizando más o menos términos legales... para gustos los colores que se suele decir. Aquí comparto algunos planes de parto que podemos encontrar en la red (aparte del del Ministerio que está en las primeras líneas):

Plan de parto de subversivo (de lectura altamente recomendable).
Hojas de consentimiento y plan de parto de El Parto es Nuestro 
(también muy recomendable).

Mi experiencia fue muy grata: sola con mi cuaderno y las notas de la doula que me acompañaba bajo el brazo y un bolígrafo me fui unas cuantas mañanas a desayunar a una cafetería en las que hacían unas muy buenas barritas con aceite y tomate. Disfruté como una enana redactando un plan de parto con mucho cariño y empatía hacia el equipo médico y, sobre todo, cogiendo las riendas de mi parto y del nacimiento de mi hijo :)

Lo más importante es que cada una encontremos nuestras razones para escribir nuestro plan de parto y de nacimiento. Y que estemos a gusto con lo decidido.

viernes, 20 de junio de 2014

Una primeriza en búsqueda de lectura

A raíz del artículo del EPEN de "No leas tanto" he recordado algunos momentos de mi embarazo cuanto menos curiosos. Cuando me quedé embaraza fui directamente a la FNAC a echar un vistazo a la bibliografía sobre embarazos... me encontré de repente con unas tres estanterías enormes llenas de libros sobre embarazo, parto y crianza (así todo mezclado) y yo con los ojos abiertos de par en par sin dar crédito a lo que veía. Me detuve a leer los títulos de todos esos libros. Había algunos que no me decían nada, otros que me aterrorizaban por lo ñoños y cursis que parecían y otros que no tenía claro si iban a ser de mi onda. En ese momento no tenía claro ni siquiera cuál era mi onda aunque sólo tenía un punto de partida, algo así como una raya que hacía de límite: leyera lo que leyera quería que tuviera como horizonte el respeto hacia mi cuerpo. Realmente era un buen punto de partida. Quería una lectura que me aclarara punto por punto todas (y cuando digo todas me refiero a t-o-d-a-s) las cuestiones referentes al embarazo: cambios que podía experimentar mi cuerpo y mi mente, intervenciones médicas a las que iba a enfrentar y su necesidad o innecesidad... 

Es cierto que en verdad no partía de cero. Y es que unos días antes andábamos de viaje por Argentina y con unxs amigxs en La Plata nos animamos a asistir a un campamento de formación en géneros. En él nos juntamos para el taller sobre embarazo y parto respetados (sí, ahí intuíamos que podía estar embarazada). Allí escuché por primera vez palabras como "oxitocina", "parto respetado", "parir sin dolor", etc., de mano de un grupo de parteras re majas comprometidas con los partos respetados y los derechos de las mujeres y de sus criaturas. Me fui con algún texto bajo el brazo y muchas ideas en la cabeza. Una de ellas: formarme como doula. 
El poder es nuestro
Así pues, de la FNAC salí a la media hora con dolor de cabeza y con un rumbo claro: necesitaba un primer filtro para acceder a la información necesaria. En ese momento aún no tenía una red de mujeres que hubieran pasado por un embarazo o supieran de estas cosas, tampoco a mis compañeras doulas queridas... así que me fui directa a la Librería de Mujeres. Pensé -acertadamente- que ahí encontraría lecturas que respetaran el cuerpo de las mujeres. Correcto. Después de mirar un rato los libros que tenían me decidí por El nuevo gran libro del embarazo y del parto, de la más grande aún Sheila Kitzinger (claro que no sabía por aquel entonces el pedazo libro que me estaba llevando... eso lo supe algún tiempo después). Un libraco de los buenos, gordos, con explicaciones, ilustraciones para todos los gustos (oh! hablaba del parto en casa!!)... En fin, que me marché contenta de la librería sabiendo que tenía lectura para rato. Era el primer libro de otros tantos que vendrían.

Las mujeres no somos iguales: cada una vive su embarazo a su manera. Está claro, ¿no? Es obvio que unas necesitamos leernos hasta la bibliografía del papel higiénico y otras con tener algunos apuntes claros vamos que nos matamos. Está bien. Sin embargo, hay que tener claro una cosa: el embarazo (después el parto... después el postparto) es algo que me sucede a mí en mi cuerpo. Y como tal es bueno darle la importancia que se merece y sobre todo, decidir libre y oportunamente cómo quiero vivirlo. Eso sólo puede ocurrir cuando poseo la información necesaria que me permite decidir. Elegir sin tener ni idea es... pues eso, elegir sin saber. Y quien no sabe lo que ocurre, poco margen para su libertad le queda. 

Así que mucho o poco... lee, aprende, infórmate, habla, comparte, entérate, difunde, pregunta, duda, cuestiona, decide... disfruta. Porque ese embarazo, como tu cuerpo, es tuyo.

miércoles, 18 de junio de 2014

Permiso de paternidad y permiso de lactancia. Nuestra experiencia

El pasado sábado 14 tuvo lugar en Madrid por tercer año consecutivo el Congreso sobre maternidad/paternidad Celebrando la Vida (www.celebrandolavida.es) organizado por Yolanda Caballero (www.luznatal.es) y me hizo un huequecito para hablar sobre el permiso de paternidad y el de lactancia. 
Soy madre de un bebé que en dos semanas cumplirá un año y quiero compartiros cómo ha influido en este año de estrenar maternidad y paternidad en nuestra familia, sobre todo, el permiso de lactancia que aún seguimos disfrutando. Y digo seguimos porque, aunque el que está disfrutando del derecho es mi pareja, somos los tres los que nos estamos beneficiando de él.
La transición hacia la paternidad...
El permiso de paternidad (que en la página de la seguridad social aparece nombrado como "descanso por paternidad") son actualmente 13 días a partir de la licencia por nacimiento de hijo. Desde 2010 llevan retrasando la modificación de este permiso a cuatro semanas obligatorias. Lo cual es bastante menos que los 18 meses que se llegan a conceder en Suecia, por ejemplo. Y el de lactancia es un permiso que puede disfrutar uno de los dos progenitores y se trata de una reducción de la jornada laboral de una hora hasta que la criatura cumple los 9 meses (puede haber diferentes opciones para disfrutar de este permiso, en la página de El Parto es Nuestro tenéis toda la información legal relevante a este respecto http://www.elpartoesnuestro.es/informacion/conoce-tus-derechos-area-legal/baja-maternal-excedencia-reduccion-horaria-y-otros-permisos).
Yo he tenido la suerte de poder estar sin trabajar durante el embarazo y también desde el nacimiento de nuestro hijo hace casi un año. Mi compañero trabaja para el Ayuntamiento de Madrid y pudo disfrutar de un mes entero de permiso de paternidad. Tiempo que a él le pareció escasísimo. Recuerda que, como padre primerizo, sacó unas cuantas películas y un par de libros para ese mes... Error. Devolvió todo sin si quiera tocarlo. Ese mes entero fue realmente importante para comenzar nuestra vida en familia. Hacernos cargo de las nuevas necesidades, empezar a adaptarnos a los nuevos ritmos... Y se pasó volando. Fue gracias a que nos fuimos a vivir a la segunda residencia de mis padres, con ellos (cosa impensable para mí hasta entonces) que pudimos respirar un poco ese mes y mucho más todo el verano. Al figurar yo como desempleada, no le concedieron el permiso de lactancia a él hasta el octavo de mes de vida de nuestro hijo, cuando un funcionario del Ayuntamiento ganó el juicio por el mismo caso. De esta manera, desde febrero, mi pareja sale dos horas antes del trabajo. Podía entrar dos horas más tarde o repartírsela entre una hora y otra hora al final. Sin embargo, lo decidimos así porque a la hora en la que él entra a trabajar nosotros dormimos. El resultado es una mañana muy buena: nos levantamos tarde, desayunamos, y cuando queremos salir a dar una vuelta él ya está en casa. 
Y es que... dos horas son un mundo.
La mujer es consciente de que es madre desde el embarazo y el nacimiento de la criatura como algo biológico materializa ese hecho. La pareja, sin embargo, necesita una transición hacia la paternidad que no viene marcada por un momento biológico: los permisos ayudan a que se materialice ese paso hacia ser padre. Fue el permiso de paternidad el que marcó verdaderamente el despegue de él como padre, haciéndose consciente cada día que pasaba (aparte de la experiencia tan intensa que fue vivir el parto acompañándome en todo momento... Esta experiencia la dejamos para otra entrada). Y sin duda, el permiso de lactancia permite hacer real la corresponsabilidad de la crianza (amén de un horario de trabajo decente). Conozco a algunas mujeres también madres de bebés menores de un año que sienten estar solas todo el día con el bebé, lo cual agota y exaspera. Afortunadamente no he sentido eso.
Un factor muy importante fue la información que fuimos tomando a lo largo de todo el embarazo. Aunque la verdad es que nos centramos mucho más en el momento del parto y del postparto en la lactancia que en la cuestión de la crianza. Es cierto que para criar se necesita a toda la tribu (os aconsejo leer el libro de Carolina del Olmo, "Dónde está mi tribu" http://www.traficantes.net/libros/donde-esta-mi-tribu). Pero cuando ésta falta es imperioso el que la pareja comparta la crianza y todo lo que la rodea. En nuestro caso también todo el funcionamiento de la casa que a veces nos sigue sobrepasando. Sin embargo, es fundamental conocer las distintas necesidades que van apareciendo y saber satisfacerlas de manera complementaria. Cada uno tiene unas funciones que, si bien flexibles, siempre son ayuda y apoyo al otro.
Que hayamos vivido el permiso de paternidad y de lactancia de esa manera ha hecho que pongamos en el centro la cuestión de los distintos cuidados que tenemos que procurarnos para vivir (y no simplemente sobrevivir) el día a día. Tanto a nivel individual como a nivel familiar. Es bonito descubrirse sostenida en la vorágine de los cuidados, un tiempo circular que se acrecienta al no salir de casa a trabajar y también es reconfortante reconocerle los cuidados y la atención dispensada.
Por último, también nos ha gustado el que institucionalmente se reconozca, si bien de manera insuficiente, que la responsabilidad de la crianza es compartida. Socialmente ese reconocimiento es incluso más importante y generalmente tiende a escasear... Por ejemplo, yo siempre me encargo de decir que la lactancia materna de nuestro hijo es un éxito gracias al sostén físico, emocional y logístico de mi pareja. Está claro que cada uno somos de una determinada manera y que ha habido y hay cuestiones que trabajamos en pareja y de forma individual, pero por supuesto, que los permisos han ayudado mucho en esta cuestión a la hora de irnos descubriendo como madre y como padre.