jueves, 25 de diciembre de 2014

Feliz Na(ti)vidad y feliz crianza!

En estos días es frecuente encontrarse con madres sobrepasadas por estas fiestas. Y no lo están debido a las muchas comidas, encuentros, cansancios... sino por los continuos consejos y cuestionamientos (jamás pedidos) hacia su manera de criar a sus hijxs. Es así. Normalmente quienes están más cerca de nosotras son aquellas personas que se creen con el derecho de decirnos cómo llevar nuestra vida, por esa cercanía aunque sea meramente física y que no comparten planteamiento alguno o forma de ver las cosas.
A lo largo de estos días esos encuentros familiares se suceden y nos topamos con esas preguntas: "Ah, ¿aún le das pecho?", "¿pero sigue despertándose por las noches?", "está un poco delgadx, métele papillas", "es que así no va a comer bien nunca, prepárale una papilla/puré/lo que sea", "no pasa nada porque llore un poquito, deja de cogerle", "así nunca va a ser una persona independiente, tiene que aprender cómo es la vida"... y un sin fín de frases gratuitas. Porque, tengan o no razón, la verdad es que nunca pedimos opinión acerca de lo que hacemos.
Y es que a lo más que aspiramos durante estos días de familia tras familia es que nadie nos diga nada. Ya no pedimos que nos aplaudan o si quiera un reconocimiento de lo que estamos haciendo: que al fin y al cabo, criar de manera consciente a una criatura ofreciéndole cariño, comprensión y respeto hacia sus necesidades es cansado. Porque sí, es normal que sus necesidades y las nuestras entren en conflicto de vez en cuando. El año pasado mi hijo tenía 6 meses cuando llegaron las Navidades. Nosotrxs dormirmos juntxs, seguimos con la lactancia, y en ese momento aún no habíamos empezado con la alimentación complementaria. No sé si lo hemos hecho bien, mejor o regular pero yo miro hacia atrás y en este año y medio de vida de mi hijo me queda la sensación de haber tenido siempre la intención de respetarle a él. Sí, de tenerle en cuenta como persona. Parece sencillo decirlo pero la cuestión es que si miramos alrededor lxs niñxs no son sujeto activos de derechos. Si lloran es que son unos manipuladores, si piden brazos también, si se entristecen y ponen pucheros, también te quieren manipular. Si comen poco, comen mal. Si no comen lo que les has preparado, comen mal. Si no duermen lo que un adulto necesita que duerman (esto es, al menos sus ocho horas de seguido), duermen mal. Afortunadamente las Navidades pasadas estuvieron desprovistas de encuentros con gran parte de familia, y eso las hizo mucho más llevaderas y así no tuve que ver la cara de personas que me gritaron que mi hijo necesitaba chupete (cuando tenía un día de vida) o que mi leche no alimentaba. Sí, en todos los lugares cuecen habas...

Independientemente de si optamos por lactancia materna o artificial, por dormir juntxs o cada unx en su habitación, por comer sólidos o comer papillas y purés... parece que una madre (y su pareja) han decidido hacerlo así por una serie de razones. Y esas razones, personales que entrañan responsabilidad y seguramente una manera de ver la vida, no deberían ser cuestionadas por nadie. No deberían estar sujetas a opinión de nadie y mucho menos cuando ésta no ha sido requerida.
Por respeto.
Respeto hacia esa criatura y respeto hacia esa madre.




Como muchas veces no lo encontramos, tenemos que proporcionárnoslo. Cada una decidirá si quiere dar sus razones. Yo no. Soy de espíritu conciliador pero resulta que en el tema de la crianza todo el mundo opina (claro, mucha gente ha tenido prole). Como decía, si decido dar teta es mi opción, una opción personal que entraña muchos aspectos de mi persona y que me compromete a muchos niveles. Por tanto, daré razones sólo a quien me merezca la pena. No es bueno sentirse obligada a argumentar, a dar explicaciones. Es mi vida. Son nuestras vidas y nuestrxs hijxs. 


Creo que es muy sano ensayando nuestra maternidad, poner límites. Muchas no estamos acostumbradas a marcarlos, a decir NO. Nos han educado en complacer y con la maternidad aparecen conflictos. Sin embargo, somos nosotras autónomas y dueñas de nuestras decisiones. También responsables de ellas. Saber delimitar nuestro territorio (nuestra vida) y hacerlo respetar es hacerlo valer. No es necesaria la agresividad ni la violencia: con asertividad, lo cual no está exento de otros conflictos y desencuentros... pero así son las cosas.
No nos sintamos mal por decir que NO, por no contestar, por decir cuándo no se tiene razón... o simplemente por responder un sencillo "hago lo que considero". 

Son unas fechas intensas. Y con un bebé al lado mucho más. Cada una puede encontrar la manera más sana para ella de vivirlas y capear las preguntas, exclamaciones y, en fin, opiniones acerca de la crianza de sus hijxs. 

Feliz Na(ti)vidad!

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